Un acto de terrorismo, hace 49 años, arrebató brutalmente la vida de jóvenes promesas del deporte cubano y otras víctimas, convirtiendo su triunfo en luto. Este crimen, que pretendió fracturar el espíritu de una nación, no logró su objetivo y, ante el dolor colectivo, forjó una mayor unidad y un firme compromiso con la resistencia.