Bajo un cielo matinal, en el Mausoleo El Cacahual, un rincón sagrado del occidente cubano donde la tierra guarda los restos de un indomable hijo de oriente: el Lugarteniente General Antonio Maceo, se congregaron, como convoca la historia cada siete de diciembre, una representación del pueblo cubano que cotidianamente demuestra que para el más intransigente mambí y sus principios innegociables de independencia y soberanía, siempre hay gloria eterna.