Cuca Rivero —la Profesora Invisible— y Esther eran punto fijo en cada jurado. Un lujo que podía permitirse el principal concurso de la radio cubana en aquellos tiempos. Por la cita también pasaron Teresita Fernández y los hermanos Germán y Sol Pinelli. Siempre los imagino atentos a las propuestas novedosas que los más jóvenes podían presentar en aquellas citas. Para nada dogmáticos o tradicionales.

Cuenta Josefa Bracero, testigo excepcional de los festivales por varias décadas, que todo comenzó en 1976 con la llamada Selección Nacional de Programas de Radio. Los festivales se iniciaron al año siguiente en el capitalino hotel Plaza y el teatro Lázaro Peña. 

No fue hasta 1985 que se organizó el primer Festival Nacional de la Radio fuera la de La Habana. La sede fue Camagüey. A partir de entonces se estableció una estimulante emulación entre las provincias para organizar la cita. Holguín, conjuntamente con Villa Clara y la propia Camagüey se halla entre las sedes recurrentes.

Al decir Bracero, para el jurado Holguín fue “su casa” y recuerda cómo en 2004 «los trabajadores del hotel Pernik prodigaron una atención excelente a las personalidades de la cultura que evaluaban las más de mil obras radiales en concurso».

Resultó tanta la identificación del festival con Holguín y el Pernik que el 26 de febrero en horas de la noche, Esther Borja cortaba la cinta que convertía a la habitación 212 en el domicilio holguinero de nuestra “Damisela encantadora”. El encuentro terminó con un íntimo recital, en el que intervinieron artistas del Teatro Lírico Rodrigo Prats.

Los festivales nacionales de la radio fueron, definitivamente, un logro de la cultura cubana y una fiesta de pueblo, como quiera que en cada edición se ideaban actividades que contaban con el respaldo del público.

Su regreso a Holguín después de tantos años reviste especial simbolismo. Toca a la Ciudad de los Parques, en noviembre de 2023, marcar el inicio de una época nueva para estos encuentros tan añorado por los artistas de la radio.