Guardo en mi mente una anécdota jocosa de aquellos días. El Niva se abría paso por las estribaciones del Escambray, en el asiento delantero, junto al chofer, Julián Rizo Álvarez, quien atendía esa tarea estratégica por la máxima dirección del país y detrás el entonces primer secretario del Partido en Villa Clara Tomás Cárdenas, y yo a su lado. 

—«Tenemos que lograr, Cárdenas, que los que se fueron de estas lomas regresen», expuso Rizo, y el joven periodista de apenas 26 años ante el breve silencio se le ocurrió decir: «vendrá gente nueva, pero los que emigraron de aquí difícilmente regresen, y lo digo comenzando por mí que soy de Venturilla, en la pre montaña».

Afortunadamente la risa confirmó que mis palabras fueron asumidas como un destello de humor campesino. Se trabajó muy duro desde entonces a pesar de que el Plan Turquino nació cuando ya nuestra economía había dejado atrás su mejor momento. Pero creo que fue precisamente en los años 90 a partir de un chequeo sistemático, cuando se recogieron los mejores frutos, comenzando, en el caso de Villa Clara, por el récord de producción cafetalera de más de 570 mil latas en la campaña 1991-92.

Es que el café, siempre se dijo, era la base que permitiría sostener el desarrollo social. Y resulta innegable que en lo social, vivir en la montaña llegó a ser un privilegio y sus pobladores disfrutaron de prioridad en todas las esferas. Recuerdo que hasta gallinas semirústicas fueron los primeros en recibir para su cría.

Alegra llegar al aniversario 38 de la fundación del Plan Turquino con nuestra provincia ubicada en la avanzada, y que sirva de motivación para impulsar un programa que también es golpeado por la compleja situación económica que atraviesa el país.  

A tono con la sugerencia del compañero Raúl, mayor impulsor del Plan Turquino, de superar el triunfalismo en nuestra prensa, creo que es la hora de centrarnos en todo lo que falta por hacer,  comenzando por el imprescindible rescate de la producción de café, muy lejos hoy de los volúmenes que se cosechaban pocas décadas atrás.

De las producciones que se logren en la propia montaña, comenzando por el arisco grano, y los alimentos, y la mejora continua de los servicios, dependerá cumplir un objetivo estratégico que se trazó el Plan Turquino, que fue detener la migración de la población de la montaña hacia el llano.