CMHW
Una batalla por la vida
Emilio Jesús Rodríguez Hernández es uno de los pacientes renales que durante más tiempo han recibido este servicio en Villa Clara. Foto: Freddy Pérez Cabrera.

Una batalla por la vida

Freddy Pérez Cabrera / Granma

Martes, 24 Junio 2025 09:17

Más allá de la asfixia económica a la que está sometida Cuba, el servicio de hemodiálisis se mantiene contra viento y marea, porque aquí lo primero es la vida.

Veinticinco años tenía Emilio Jesús Rodríguez Hernández cuando comenzó a presentar una insuficiencia renal crónica que lo llevó a necesitar de un trasplante para sobrevivir a la enfermedad.

Tras varios años de convivir con el riñón donado por su madre, hubo nuevas complicaciones, lo cual lo obligó a recibir los servicios de hemodiálisis en el hospital Arnaldo Milián Castro, de Santa Clara.

Así, durante 18 años consecutivos, todos los lunes, miércoles y viernes, Emilio se hace presente en la referida institución de Salud, a fin de ser beneficiado con este tratamiento, del cual depende su existencia.

Temprano en la mañana, José Manuel Toboso, el chofer de Cubataxi encargado de atender su caso, lo recoge para llevarlo hasta el hospital, en el que lo espera un colectivo liderado por la enfermera Ileana Rosa Cruz Gómez, a quien todos consideran como una verdadera madre.

«Imagínese, aquí he pasado la mayor parte de mi vida. Si hoy estoy haciendo el cuento, es gracias a la esmerada atención de los médicos y enfermeras de este lugar, quienes son, para todos nosotros, más que una familia». Así lo expresa Rodríguez Hernández, quien reconoce el esfuerzo de esos especialistas para sobreponerse a las carencias y dificultades propias de estos tiempos complejos que vive la nación. 

«Esta es gente buena de verdad, que se desvive por atendernos, pues somos pacientes muy complejos, producto de la propia enfermedad», reconoce uno de los enfermos renales que hace más tiempo recibe este servicio en Villa Clara.

«Sabemos que hay muchas limitaciones de recursos, pero con lo poco que existe se buscan soluciones para que esto no falle», dice Emilio, quien se pregunta qué hubiera sido de él si tuviera que pagar esa ayuda, y pone el ejemplo de dos amigos de Caibarién, quienes decidieron repatriarse procedentes de Estados Unidos, porque allá no contaban con el dinero necesario para sostener el tratamiento.

Al respecto, Iliana Rosa Cruz Gómez, quien durante más de 20 años ha estado al frente de los servicios de Enfermería en esa sala, habla con encomio de la labor del personal que allí trabaja.

«Para poder atender la gran cantidad de pacientes que aquí acude a diario, tenemos cinco turnos de labor, de lunes a sábado; mientras los domingos se atienden solo las urgencias, lo cual hacemos con mucha responsabilidad, porque en nuestras manos está la vida de esas personas», explica Iliana.

«Llegamos a tomarles tanto cariño, que sufrimos sus penas como si fueran parte de nuestra familia», nos dice la experimentada enfermera de la sala de Hemodiálisis, de la prestigiosa institución santaclareña.

Acerca de los servicios de diálisis peritoneal y hemodiálisis en Villa Clara, la doctora Ailyn Machado Soza, al frente de la especialidad de Nefrología en el centro, comentó que ese proceder se lleva a cabo en Santa Clara, Caibarién y Sagua la Grande, municipios a los que acuden los pacientes de los territorios de la provincia que no tienen ese tipo de prestación.

«En total, suman 224 los pacientes que reciben los beneficios de los riñones artificiales, incluidos tres niños, para lo cual se dispone de cerca de 40 equipos que ya tienen un alto nivel de explotación, al igual que las plantas de tratamiento de agua. Todo funciona, gracias al empeño y al cuidado de mucha gente comprometida con la vida de esas personas», refiere la Doctora.

En el caso del Milián Castro, principal institución de Salud de la provincia, atiende la mayor cifra de enfermos, 149 en total, para lo cual cuentan con 20 riñones artificiales, a los que se suman los siete pacientes que reciben diálisis peritoneal en sus propios hogares, algunos de manera manual y otros automatizados.

Una batalla por la vida
En la actualidad, existen en el país 56 servicios de hemodiálisis, a los que acuden, tres veces por semana, los pacientes que necesitan ser dializados. Foto: Yaimí Ravelo.

EL RETO DIARIO DE GARANTIZAR LA VIDA

Puede haber lluvia, huracanes, temblores de tierra, carencia de combustible o falta de financiamiento, entre otras limitaciones; sin embargo, nada ha podido impedir que, cada día, los cerca de 3 000 pacientes que reciben los servicios de hemodiálisis, y los beneficiarios de la diálisis peritoneal, sean atendidos como merecen en la amplia red con que cuenta la Mayor de las Antillas, para favorecer a los enfermos renales.

Ante la falta de recursos y la política de asfixia que se le impone a Cuba, crece la voluntad de un país que no ha escatimado esfuerzos por preservar y extender la vida de esas personas –niños incluidos–, lo cual, en las condiciones actuales de la Isla, puede ser considerado como una verdadera proeza.

Téngase en cuenta que el precio actual de un riñón artificial en el mercado internacional es de 20 000 dólares, aproximadamente, y que, en el mundo, un proceso de hemodiálisis puede llegar a costar unos 46 000 dólares anuales, alrededor de 200 dólares por sesión.

Como parte de ese esfuerzo, actualmente en el país existen 56 servicios de hemodiálisis, a los que acuden tres veces por semana los pacientes que necesitan ser dializados; un proceder que no solo está establecido en las cabeceras provinciales, sino que ha llegado a varios municipios, lo cual ha significado un beneficio para la salud de quienes antes debían trasladarse largas distancias para ser tratados.

Hoy, Cuba dispone de unos 700 equipos, la mayoría con varios años de explotación, además de otras limitaciones en las plantas de tratamiento de agua y en los dializadores, que son los dispositivos con los que se realiza la filtración de la sangre, además de otros insumos también deficitarios.

Para tener una idea de la labor que a diario realizan los médicos, las enfermeras y los técnicos que atienden a los pacientes renales, baste decir que, debido a las limitaciones derivadas del cerco económico que sufre el país, en estos momentos se ve afectada la compra de dializadores, y cuando se adquieren, no siempre pueden ser de la mejor calidad, lo que perjudica al paciente.

De igual manera, a la hora del proceder, muchas veces deben utilizarse dializadores de bajo flujo, los cuales no filtran la sangre de igual manera que si se empleara uno superior, por no hablar de la necesidad de reusarlos más allá de lo que está establecido por los fabricantes.

Según la literatura médica, un riñón artificial debe ser usado unas 30 000 horas; sin embargo, en el caso de Cuba, ese plazo se extiende muchas veces hasta las 60 000, lo que causa las lógicas roturas que con tanta frecuencia se producen.

Otra de las afectaciones que provoca la persecución impuesta por Estados Unidos, a través del bloqueo y de más de 240 medidas que pretenden asfixiar la economía y los servicios que se prestan a la población, es la falta de insumos, entre ellos las agujas de fístula arteriovenosa, de las cuales se necesitan dos en cada sesión, y, al ser deficitarias, hay que volver a esterilizarlas para poder reusarlas.

Aunque no son solo esas las principales carencias, que también influyen en los bajos resultados actuales en la actividad de trasplantes, lo cierto es que este es un servicio que se mantiene contra viento y marea, porque en Cuba, lo primero es la vida.