En el centro de Cuba hay una reina, una dama que no envejece. Tiene una historia de más de cinco siglos y muestra su amor, renovado siempre, enseñando sus mejores atributos, esos que la convierten en resguardo, identidad, alegría, pasión por lo que es auténtico y nuestro.
Remedios, la bella, es una ciudad, es la Octava villa de Cuba que se me antoja una mujer hermosa, que renace en el centro de la isla.
Tierra de historia y de leyendas, de las hermosas Parrandas, donde se enseñorea el fraternal enfrentamiento de dos barrios: San Salvador (el Gallo) y El Carmen (el Gavilán). La rivalidad entre ambos bandos se expresa en un bello espectáculo de luces y fuegos artificiales, donde la música colorea la noche de cada 24 de diciembre.

Fue fundada en el siglo XVI por el colonizador español Vasco Porcallo de Figueroa, aunque algunos investigadores aseguran que los españoles habían llegado allí antes que el Adelantado Diego Velázquez fundara la mayoría de las primeras localidades coloniales de la isla.
Las tradiciones remedianas forman parte del imaginario popular. Aún se escuchan leyendas como la del Güije, el Perro de la loma, la Llorona de la Calle La mar y la Cabeza de Patricio.

La añeja localidad se ha convertido en una atracción para los visitantes de la isla y otros que llegan desde cualquier parte del mundo.

Su Parque Martí, antigua Plaza de Armas, y su Parroquial Mayor San Juan Bautista, con su altar cubierto de oro, sus museos como el de las Parrandas y el dedicado al insigne músico y abogado Alejandro García Caturla, uno de los íconos de la música cubana, son sitios de obligada visita cuando se llega a esta ciudad de encantos y sueños, y de misterios que no logran desentrañarse.
Piratas y demonios todavía forman parte de las historias de esta ciudad, cuyos habitantes también se convirtieron en fundadores de la ciudad de Santa Clara, para hermanar hoy y siempre a dos tierras sagradas.

“Ciudad de las Aldabas”, “Ciudad de las Leyendas” y “Tierra de Parrandas”, son calificativos que distinguen a esta villa, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Pero más allá de esta historia, de su patrimonio, lacerado por el tiempo, pero enhiesto para desafiar los siglos, Remedios es también su gente noble, trabajadora, defensora de su identidad, sencilla, esas mismas personas que siguen las historias de sus abuelos y bisabuelos, y las vuelven a contar, y que preparan las parrandas con esa pasión casi inexplicable, y que resguardan en la memoria las tradiciones que siguen tan vivas como aquel día en que nació una villa colorida, y que hoy camina, como una dama elegante y bella, para celebrar sus 510 años.
