Se demostró que cuando el productor es quien vende directo sus productos llegan frescos al pueblo, con mayor calidad, más baratos, se esquivan los intermediarios y la ganancia va al bolsillo de los que sudan. Imaginemos que cada unidad productora tuviera su camión para transportar la comida de los productores sin abusar del campesino, que es lo que hacen los especuladores mayoristas.
¿Por qué los precios bajaron en las ferias? Sin restar valor al tímido incremento de la producción, digo con absoluta convicción que fue gracias a que el Gobierno accionó y estableció precios máximos de venta. Y si se hace para las ferias, nada impide que se establezcan para todos los escenarios, porque el pueblo come todos los días.
Claro, cuando hablamos de topar precios no pensamos solamente en los productos agrícolas, porque tan lacerante como el precio impagable de un alimento es el atropello del transportista que te acribilla aunque vayas para el hospital con dolor en el pecho.
Dicen algunos filósofos de redes sociales que la “oferta y demanda” es una ley objetiva aunque no expliquen por qué los monopolistas lanzan los productos al mar antes que bajarle el precio, o su émulo en miniatura de Cuba, el carretillero, deje podrir los aguacates antes que regalarlo a un anciano desvalido.
Respeto otras opiniones, pero ante el afán de algunos de apropiarse de la verdad, respondo que nunca se han topado seriamente los precios a los particulares, solo han existido tímidos intentos y coyunturales y jamás se ha accionado con vigor contra los violadores.
Vi durante el primer día de feria en Santa Clara cómo alguien metió cabeza para vender carne de cerdo a más de 420 pesos la libra que era el tope acordado, y pude ver el accionar de las autoridades para impedir el abuso.
No suelo filosofar, hablo con ejemplos concretos que demuestran cuánto puede incidir el Gobierno sobre los precios, y digo categóricamente que los que quieren dejarlo todo a la espontaneidad, en la práctica se rinden ante el mercado y están a favor del abuso.