Por azar cruzamos por Lutgardita, allá en el municipio de Quemado de Güines, solo vimos campo desbastado, aliñado con el marabú, otrora gran sembradío de plátano. Solo recuerdos.
Sin embargo, en el fondo del valle, como un oasis en el desierto, se levanta la granja Margarita, pozo ocho, integrada por un colectivo de 14 integrantes, al frente del cual se encuentra Yoel Chirino López.
Llevan dos años y medio, rescatando suelos, en un área —que ocupa hasta ahora 21 hectáreas— cubierta de plátano bajo riego, ocho hectáreas por sistema de goteo, dos hectáreas de yuca en secano, además de los cultivos intercalados.
Pero allí, con excepción del agua, no cuentan más que con el empeño de demostrar el precepto martiano. Un colectivo que deja crecer sus sueños en un valle que colmó de abundancia una vez, un predio de infinitas posibilidades para hacer crecer la riqueza que ofrece la tierra.
Un ejemplo de que aún en medio de las fuertes estrecheces siempre, sin milagros, la tierra bien atendida ofrece sus frutos. En la granja Margarita, allá en lo que fue el plan de Plátanos Lugardita, en Quemado de Güines, hoy labora un colectivo que no tenía a mano el actual resultado, pues al comienzo señoreaba el aroma y marabú.
Entonces allí se suma otro precepto martiano “Ámese al hombre entusiasta y desinteresado”.