Claro, encomiar el desempeño de colectivos que laboran en un sector que dejó de ser locomotora de la economía y que cada día empeora su salud, sin lugar a dudas no es fácil de entender.
Pero de los problemas estructurales que lastran la economía del país no son culpables los miles de trabajadores ocupados en el sector y no reconocer el esfuerzo que realizan en tiempos difíciles es inmerecido y duele.
En primera línea de esa batalla están los agroazucareros, esos hombres y mujeres cuya labor, a menudo anónima, endulza nuestra vida y contribuye con su aporte, aún con las inmensas dificultades que enfrentan, trabajando bajo circunstancias adversas en cada jornada.
Repito, en momentos difíciles, cuando los recursos escasean o las condiciones se vuelven adversas, el espíritu de esos hombres y mujeres no se quiebra, porque saben del esfuerzo que realizan aun cuando esté distante de los resultados.
En medio de tantos avatares, es un sector que mantiene viva la cultura de nuestros campos y un recordatorio de que, incluso en los tiempos más amargos, la dedicación humana es capaz de extraer la más valiosa dulzura.
Por esto y mucho más se reconoce ese esfuerzo, a veces invisible, que no pasa desapercibido y que sostiene una agroindustria en condiciones nada halagüeñas, realizando proezas en medio de la escacez y librando una batalla silenciosa por mantener viva la tradición azucarera.
Eso congratula que los agroazucareros también festejen su dia, trabajadores que se niegan a abandonar lo que consideran un legado identitario.
Cualquier día puede ser, pero ese fijado en el calendario, 13 de octubre, es para reconocer la valía de los hombres y mujeres que aún en las condiciones más adversas continúan impulsando la obtención del dulce alimento.
Es un reconocimiento merecido a los héroes del azúcar, entonces: por qué no festejarlo?
