Han sumado 28 años en esta historia dentro de su trayectoria por diferentes funciones en las aerolíneas ibéricas hasta llegar a Iberojet (Evelop Airlines). No obstante, una mezcla de orgullo profesional y a la vez de tristeza le embarga al anunciar su jubilación cumplidos los 65 años.
«El tiempo me ha pasado muy rápido al realizar lo que me gusta. Es una lástima que ya tenga que recesar», declara en lo que quizás sea uno de los últimos vuelos a Santa Clara al comandar, el pasado viernes, el enlace entre Madrid con la capital villaclareña en el Airbus A350—300 en cuyo fuselaje reza: «El vuelo que sueñas».
Son varios esos sueños que alberga Antonio. Durante su ejercicio profesional ha volado a «la mayor de Las Antillas» en incontables ocasiones. Precisar una cifra sería para él cometer algún fallo, «lo que sí puedo decir que el destino Cuba es maravilloso. A Santa Clara no la conocía, solo Varadero, Ciego de Ávila, La Habana, pero sitios naturales como este hay muy pocos. A la cuidad del centro cubano llevo dos años en los vuelos establecidos, y estoy muy agradecido por cada recibimiento y la acogida siempre brindada en nombre de las tripulaciones».

El capitán Palerm Pons quisiera seguir en su universo, a pesar de que cada uno resulta una nueva aventura no exenta de tensiones al experimentar, en carne propia, que el aterrizaje es el proceso más complicado, comparado con el despegue, y que pudieran existir los llamados vientos cruzados.
— ¿Un vuelo es diferente al otro?
— No hay dos iguales. Puede que un día haya tormentas, otro viento, mala visibilidad, precipitaciones, nevadas, cálculos en el combustible, agilidad en caso de que el avión pierda un motor hacia dónde dirigirnos, conocer distancias de los puertos más cercanos... No ocurre siempre, pero media la responsabilidad humana y profesional. Por suerte las aeronaves tienen sistemas muy sofisticados y seguros. Ya no se fabrican aviones de tres o cuatro motores, son de dos. Podemos afirmar que son máquinas increíbles.
— ¿Sustos?
— Más bien preocupaciones. Han existido momentos complicados luego de tantas horas «allá arriba» que necesitas sacar experiencias derivadas de los estudios. También lo que hacen los simuladores que te obligan a examinarte de teoría, entre otros detalles a tener presentes. Aun así estudio todos los días para no quedarme atrás. Una superación constante desde que empiezas hasta el último día.
En sus años de experiencia atesora muchas anécdotas por diferentes lugares e incluso recuerda que se ha caído tres veces en avionetas (no en aviones) porque no es solo conocer de mapas y coordenadas, de los timones de dirección. Hay que tener muy en cuenta la aproximación a zonas montañosas, el comportamiento de las precipitaciones, la baja visibilidad, esas aves cercanas a las pistas que crean incongruencias, las condiciones meteorológicas adversas, turbulencias o el engelamiento o peligrosa acumulación de hielo en los aviones durante el vuelo, que representan riesgos.

Un mensaje queda claro para quienes aspiran en un futuro a contemplar la vida desde las alturas.
«El estudio es principal. Saber de Física, de Matemática y de otras ciencias. Si les gusta el oficio y tienen vocación ya están tardando».
Así piensa el hombre que se considera entre los pocos en su profesión que no tiene familia para llenarla de preocupaciones cuando sale de viaje. Solo una hermana, y él no tiene limitantes a la hora de estar fuera de casa.
El capitán Antonio Palerm Pons admite la importancia de toda la tripulación con sus respectivas funciones. «El avión sin ellos no podría despegar al ser los encargados de asumir múltiples detalles sobre rampas, sistemas, procedimientos y aditamentos necesarios a portar, sin excluir la atención a los viajeros. No hay improvisaciones».


Felicidades para usted en sus nuevos capítulos de vida, en esos que aguardan al despedirse de los cielos del mundo.