Estos controles tienen entre sus propósitos asegurar que los centrales encargados de la producción de crudo se alisten lo mejor posible para el inicio de la molienda, a pesar de los desafíos económicos y logísticos.
Y sin excesos de optimismo, empeñados en borrar la marca de dos años dejados de moler, los agroazucareros del ingenio refinería Quintín Bandera, de Corralillo, se aprestan a realizar la zafra 2025-2026, la cual está fijada a partir del 14 de diciembre.
Industria adentro enseña su ambiente característico de las horas que anteceden al inicio de la molienda. Huele a grasa. Hombres y maquinarias imponen por doquier su lenguaje inquieto y repetitivo.

Faltan pocos días para el momento del listo, a escasas semanas, el del pitazo de arrancada también, ahí pegadito, después de un camino tortuoso de reparaciones en plena ventolera del bloqueo de EE. UU., con las mil y una carencias que tal cerco genera, sin contar el dilema energético ni las veleidades que han exprimido la voluntad y el ingenio innovador para salir adelante.
Al decir de Onel Pérez González, director de la planta industrial, se realizan ajustes y precisiones en las diferentes áreas, en particular la de caldera, donde se ejecutan trabajos de montaje de un sistema presurizado, que aportará beneficios significativos en la producción de vapor.
El central refinería Quintín Bandera tiene el desafío de fabricar más de once mil toneladas de crudo, con el objetivo final de abastecer la canasta básica familiar.
La planta corralillense no estará sola en esta batalla productiva, le acompañará el central Héctor Rodríguez, de Sitiecito, en Sagua la Grande, que tiene el pronóstico de incorporarse a la molienda en la última decena de diciembre.
