CMHW
Angelito, el Rey del Agua
El martes, en reconocimiento a los méritos laborales, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, primer secretario del Partido y Presidente de la República, entregó el título de Héroe del Trabajo a Angelito, el Papa, el Vigía de la Presa. (Foto: Presidencia Cuba)

Angelito, el Rey del Agua

Luis Machado Ordetx / Vanguardia

Jueves, 01 May 2025 08:47

Ángel Narciso Rodríguez Quintana, El Papa, Héroe del Trabajo de la República de Cuba, con la humildad que lo caracteriza, se ubica en un pedestal de la dignidad humana.

Cientos de ocurrencias, como hombre curtido al sol y al trabajo en la serranía, espeta Angelito cuando se suelta a hablar. Ya su voz no sostiene el tono expresivo de antes y la capacidad auditiva también flaquea. Sin embargo… todavía tiene la lozanía de siempre para subir y  andar por el tranque-cortina de Jibacoa, el recinto en que también se encuentra desde la añorada presa Hanabanilla, lugar desde el cual disfruta del remanso históricas aguas acumuladas por el embalse.

De allí, junto a sus contornos, con excepción de determinadas diligencias, pocas veces sale a tomar rumbos urbanos, y prefiere contemplar los ambientes rurales, esos de cercanías al fresco de la mañana y la frialdad de la noche. Desde hace casi 75 años está enrolado con la presa, cuando comenzó a trabajar en la investigación, perforación, y represa de aguas que, en principio, tenían por finalidad la creación de la primera hidroeléctrica cubana.

De esas historias, alejadas de las ingeniosidades de siempre, y entre las cuales se incluyen aquellos instantes en que prefería el «agradable aguijón de una abeja, como terapia, antes de que surgieran los bla-bla-bla-bla justificativos», existen muchas. Y es que, por siempre,  Ángel Narciso Rodríguez Quintana, El Papa, lleva por prédica el trabajo y la constancia en el hacer cosas para transformar la vida.

Ahí están sus lecciones. Años atrás, al pie de un naranjal que presidía la entrada de su vivienda, allá en las cercanías de la cortina de la presa, en  Jibacoa, le hice una inusitada pregunta sobre Samuel Feijóo, el folklorista cubano. De inmediato respondió:

—¡Claro que lo recuerdo! En muchas ocasiones estuvo por aquí averiguando historias rurales, del decir de los campesinos. Era yo joven, y trabajaba en la construcción de la presa para embalsar las aguas de los ríos Guanayara, Negro, Hanabanilla, Pretiles, Boquerones y Jibacoa, y el escritor se apareció por aquí en mayo de 1958 con el propósito de escribir un reportaje acusatorio contra los desalojos de los campesinos y el mal pago de las bienhechurías que tenían. Aquello levantó tremendo revuelo en momentos en los cuales los ánimos estaban caldeados en el país.

De los «arranques» del Papa por hablar de historias, sin desatender lo que hacía, aparecen muchas en la memoria. Una especie de facultad única, y la risa a borbotones, siempre sentenciosa. En tanto decía: «ahora voy a soltar los carneros, vigilar el funcionamiento del biogás, suministrar alimentos a los cerdos del autoconsumo estatal, orientar a operarios para la reforestación o chapear en la cortina de la presa, y solicitar  amorosamente a Sara, la esposa, que hiciera un café, hasta salir disparado en la moto hacia Jibacoa.

«Mira, la familia era humilde, y vivíamos en el barrio Loma Abreu, en las cercanías de Lagunillas, en Cienfuegos. Nací el 31 de mayo de 1929, así que puedes imaginar los años que acumulo. Desde que era un pichón, y todavía lo soy —espetó otra de las jaranas— ayudaba a mi padre en las labores agrícolas hasta que fuimos a residir a Vista Hermosa, en una finca de Siguanea, el valle que ahora está bajo las agua. Ahí surgió el mote de Papa porque sembrábamos esa vianda para alimentarnos y vender lo que se podía de la cosecha. Muchas veces hasta las regalábamos a otros vecinos.

«En 1950 comenzaron los primeros estudios, por la compañía González del Valle, para crear el embalse con fines de producción de electricidad. Entonces, joven al fin y residente en la zona, comencé a trabajar en lo que fuera, y como muchos otros era mano de obra barata. Aquello de la construcción de la presa tenía altos y bajos. Unas veces se aceleraban las investigaciones, y otras el laboreo con las piedras.

«Lo que hacíamos, en principio, creo que surgió en 1906, o 1909 dicen otros, con estudios de la cordillera de Siguanea, a cargo de la Cienfuegos, Palmira and Cruces Electric Railway an Power Cia, pero todo se paró hasta 1923 cuando la Compañía Cubana de Electricidad pretendió continuar los trabajos. No fue hasta que un comerciante de Sagua la Grande “adormeció” a cienfuegueros para continuar con los estudios de suelos. Ahí fue que comencé a trabajar. Todo lo tenían calculado: que si una constructora norteamericana, que si la Compañía de Fuerza y regadío de Cienfuegos, o la Prichec —primera central hidroeléctrica de Cuba— para emprender la creación de 4 presas (2 grandes y 2 auxiliares) y formar un lago de 23 kilómetros cuadrados.

«Expropiaron tierras, y desalojaron campesinos y hasta mal pagaron a otros. Decían que en 36 meses concluían las obras,  incluida la hidroeléctrica, con 1958 como fecha tope, según la propuesta de la Tecon Corporation Dallas Texas, la empresa norteamericana. Surgen las protestas que menciona el escritor Feijóo y fuerza rebeldes, con el Che al frente, se mueven por la  zona. Todo queda medio paralizado», extraigo de apuntes que todavía conservo de aquellas conversaciones con Angelito. 

Por estos sitios, alguna que otra vez, observó movimiento de tropas rebeldes. Durante la lucha contrabandidos, en ocasiones, también avistó a combatientes, y hasta el paso de Fidel rumbo a Manantiales. La última vez que lo observó en cercanías fue en junio de 1988 cuando, ante el temporal lluvioso que azotó a la región, llegó a Jibacoa para impartir órdenes  para impedir pérdidas de vidas humanas y a la economía, comentó hace tiempo el Papa en algunas de sus conversaciones.    

La presa, el hijo mayor

Angelito, el Rey del Agua
La mirada de Angelito, el Papa, se pierde entre los confines de una presa que, en los más recónditos parajes, mantiene su permanente huella de consagración laboral. (Foto: Ramón Barreras Valdés)

A lo que ahora se nombra Complejo Sur Hanabanilla, la presa Hanabanilla-Jibacoa, Angelito la nombra su hijo pródigo, el mayor de todos. Desde 1962, fecha de terminación del embalse, se desempeñó como jefe de la obra hidráulica, cargo que mantuvo por cinco lustros hasta  que Ángel Rodríguez Masip, su hijo, lo reemplazó en la dirección de Explotación del embalse. No obstante, todavía allí está el Papa, vital y activo,  en su desempeño laboral como técnico en Recurso Hídricos.

Nada cambiaría Angelito, y tampoco Angelillo, nombrado cariñosamente por el padre, el Papillo,  por un ambiente laboral de ensueño que acumula méritos productivos que, por años, sitúan al embale como baluarte de los Recursos Hidráulicos cubanos.

«¡Cómo no hacer de esto una maravilla natural! Todo en la presa se mueve como un santuario de la flora y la fauna nacional. En enero de 1963 quedaron montadas las primeras dos unidades que, a partir del aprovechamiento del agua represada, generaban electricidad. Desde entonces la vigilancia del recurso embalsado es una constante.

«Aquí fomentamos crías silvestres de  patos pequineses y se soltaron truchas para aumentar la población de preces de agua dulce. Recuerdo que eran orientaciones que Fidel dejaba al Comandante Félix Torres, jefe del desarrollo económico–social de la antigua regional Escambray. Después surgió el Hotel Hanabanilla, otro sueño.

«La presa, Obra de Excelencia, jamás se desentiende de la cría de animales, de la reforestación y siembra de frutales. Siempre tenemos un sueño agroecológico. Fíjate cómo funciona el Parque Natural Jibacoa-Hanabanilla para desarrollar el excursionismo gracias a las bondades del  lago artificial y sus sistemas de senderos, cascadas y cavernas», sentencia el Papa mientras su vista se le pierde en la lejanía de las aguas y las lomas que lo rodean.

No por gusto aportillan que «Hanabanilla», en lengua aborigen, significa «pequeña cesta de oro», y en ese sitio Ángel Narciso, el Papa, figura  como el trabajador más longevo del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, y eso representa un orgullo mayor cuando ya el Papa, un andarín constante, lúcido y decidor inabarcable, está próximo a cumplir los 96 años de vida.

Por un sendero de los 4200 metros de cortina de la presa, en Jibacoa, recorrí hace poco acompañado por el Papa, en conversación, a veces interrumpida, por los soplos del insistente viento. Habló el hombre de historias incontables del lugar, de las canaletas, en lajas, para la contención y vertimiento de las aguas, de las épocas de crecidas de los ríos Hanabanilla y Jibacoa, Negro y Guanayara. El embalse tiene una  capacidad de 286 millones de metros cúbicos,  y siempre los trabajadores están vigilantes en el seguimiento en los tiempos de sequía para limitar el deterioro de la obra ingeniera y su explotación de beneficio social y económico: generación de energía eléctrica y abastecimiento de agua las ciudades de Cienfuegos y Santa Clara.

El airoso hombre

Angelito, el Papa, es un humilde trabajador. Acumula 75 años en labores ininterrumpidas vinculadas a su «ensoñación social»: la presa. Durante más de 25 años figura como Vanguardia Nacional del Sindicato de la Construcción, y la Orden Lázaro Peña en primero, segundo y tercer grados en reconocimiento a la trayectoria productiva, así como las medallas Jesús Menéndez y Hazaña Laboral, entre otros reconocimientos en los cuales también destaca el de Hijo Ilustre de Manicaragua, la municipalidad que lo ve crecer a cada instante.

«¡Aquí moriré trabajando.  Jamás he cogido un día de vacaciones y por suerte este viaje a la Habana tampoco lo es!», dijo enfático en conversación íntima, personal, en la actual semana.

Ángel Miguel Rodríguez Quintana, el nieto, ahora le recuerda al Papa a su amiga Julia. El  abuelo responde: ¿quién?...: «Julia, Julia, la cabillera», y de inmediato suelta una carcajada. La referencia es directa: rememora pasajes de la amiga Julia Labrada Portillo, quien como constructora laboró en el Gran Panel Sandino, de Sagua la Grande, y en 2018 fue declarada Heroína de la República de Cuba.

En el diálogo que sostuve, antes de la partida a la Habana, quedó el abrazo. El nieto joven lo acompaña: previo a la celebración del Primero de Mayo, Angelito, el Rey del Agua,  figuró como el único villaclareño que, en la ceremonia de condecoraciones junto a 13 destacados trabajadores, recibió con humildad el Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba, un mérito mayor que intensifica el reconocimiento a la consagración laboral que, día a día, lo sitúan en un pedestal de dignidad humana.