Sin lugar a dudas, fue una zafra amarga, pues a pesar de su prolongación en busca de elevar la fabricación de crudo destinada a la distribución normada, no se cumplió el compromiso de los moledores, pero tampoco de los aportadores de materia prima, aun cuando no faltó la intención humana por enderezar una zafra que ya desde antes de empezar pintaba a juego perdido.

Esta vez se fabricó azúcar en un calendario bien estirado, nació en diciembre del pasado año trabada ya por las carencias de recursos y se fue haciendo más difícil hasta concluir siete meses después, pero casi es un pecado decir que se hizo zafra, aun cuando los hombres y mujeres incorporados a esta batalla pusieron rodilla en tierra, mas no pudieron cumplir.

Durante cada uno de los encuentros se pondrá de relieve el comportamiento de la contienda más agónica vivida jamás por la provincia, la cual se fue a extrainning y el azúcar se fabricó a cuentagotas, apenas unas 21 mil 800 toneladas, un resultado pírrico.

Sin dejar de lado el optimismo ante los descalabros, en medio de ese panorama transcurrirá el análisis, pero nadie piense que los agroazucareros villaclareños riñen con sus saberes en estas dulces lides.

No se trata siquiera de admitir la compleja contienda que ha vivido el territorio, preñada de limitaciones y obstáculos desde el primer momento; mucho menos, juzgar la campaña desde las gradas.

Tan torcida ha sido la zafra, repleta de achaques que no hace falta la autopsia, porque es la huella de las enormes complejidades que vive el país, por lo que no habrá aplausos, pero tampoco dejar de reconocer el empeño de los agroazucareros villaclareños, que no dejaron de accionar en medio de la tempestad.