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Marta Anido: respiro a Santa Clara, la vivo, la quiero, la necesito
Foto: Osdany Meriño González/CMHW

Marta Anido: respiro a Santa Clara, la vivo, la quiero, la necesito (+Pódcast)

Redacción digital de CMHW

Viernes, 07 Junio 2024 19:18

CMHW comparte la transcripción del primer episodio de A dos voces, el nuevo pódcast producido por la Redacción digital de la emisora. En el estreno del programa, el anfitrión Samuel Urquía conversa con Marta Anido Gómez-Lubián.

Samuel: A dos voces construimos historias y abrimos una ventana a la vida de otros persiguiendo complicidad y empatía. Yo soy Samuel y esta es una producción de la Redacción digital de CMHW. Bienvenidos.

Samuel: En el primer episodio compartimos micrófonos con una ilustre santaclareña, heredera de un linaje que hunde sus raíces en el propio devenir de la ciudad, conferencista entusiasta sobre los más recónditos aspectos de la cultura local; patriota, bailarina, maestra, sin más presentaciones: Marta Anido Gómez-Lubián. Bienvenida. 

Marta: Gracias. 

Samuel: ¿Dije bien? ¿Faltó algo, sobró algo en la presentación?

Marta:  Yo creo que fue mucho, pero bueno, me encanta estar aquí, cómo no.

Marta Anido fue protagonista en el estreno de A dos voces. Foto: Osdany Meriño González/CMHW

Samuel: Marta, el principio de su historia de vida y de su unión raigal con nuestra ciudad de Santa Clara está en la familia. Una familia de patriotas, de creadores, ¿cuánto ha significado esa influencia para Marta Anido? ¿Qué referentes culturales encontró allí en la familia? 

Marta: Todo lo que he podido hacer, lo debo a mi familia. Realmente, desde muy pequeña sentimos esa curiosidad por saber. Tengo el privilegio de que mis bisabuelos, es decir, los padres de mis abuelas, fueron luchadores del 68 y del 95. Y los abuelos y las abuelas participaron también en la lucha por la independencia y soberanía de la patria.

Marta: Nos encantaba que abuela nos contara. Éramos tres nietos que ella tuvo en un inicio, Magali, Chiqui y yo, porque después nació otra más, pero nos sentábamos a oír sus aventuras. Y nos sentíamos orgullosos de los cuentos que nos hacía, cómo participaban, qué es lo que contribuían en el Club de Mujeres Revolucionarias del 95, que su madre era la vicepresidenta y que estaba allí también.

Marta: Eso influyó muchísimo en nuestra formación, pero no solo por la parte de mi abuela materna, sino de mi abuela y mis bisabuelos paternos también. Es decir, una unión de las dos familias que lucharon por la independencia de la patria. Así se fue transmitiendo de generación en generación ese amor a la patria. Mi abuela nos llevaba todos los 13 de noviembre con unas flores en la mano a ponérselas en la imagen de Marta en el parque.

Samuel: ¿Y referentes culturales en la familia, Marta?

Marta: Mucho, mucho, mucho. Mira, por los Lubián nos viene la literatura y por los Anido nos viene la música. Una tía bisabuela mía se llamaba Caridad Morel de Santa Cruz —que está recogida en el libro de García Garófalo, “Los Poetas de Villa Clara”— y le decían a la poetisa del dolor, porque hacía unas poesías con el dolor de la patria sojuzgada, de la patria que le imponían algo que no quería, que tenía que ser libre. Esas poesías de aquella época, del siglo XIX, hablaban tanto de los ríos de Santa Clara, de los campanarios de sus iglesias, de la Loma del Capiro. Es decir, que las cosas nuestras las plasmaron mucho.

Samuel: Marta, ¿el ballet fue su primer vínculo con el arte? 

Marta: Cuando yo tenía tres años, mi tío Agustín Anido Artiles —que era médico pediatra y que fue rector de la Universidad Central de Las Villas— tenía su consulta en casa de mi abuela. Nosotros vivíamos allí y él, después de haber terminado su consulta, iba al piano, que estaba en la saleta, y empezaba a tocar. Entonces yo tenía tres años y ponía mi silloncito al lado del piano para escucharlo, Ahí me embelesaba todo el tiempo. 

Samuel: ¿Y cuándo se sentó usted por primera vez en un piano? 

Marta: El piano no fue lo que a mí me gustaba, me gustaba escucharlo, pero no practicarlo. 

Samuel: ¿Nunca lo ejecutó? Marta: Yo sí, lo tuve que ejecutar. Porque estudié en la Normal de Kindergarten, y había que saber piano para allí, y entonces estudié el piano hasta cuarto año. Ahora, en la danza y el baile estoy desde que yo tenía 4 años. Hubo un baile infantil de disfraces, y mi mamá me hizo un trajecito de bailarina. Fue en la colonia española, que es hoy el Centro de las Artes Visuales y yo empecé a bailar, dice mi mamá que yo movía las manos como si fuera del ballet y así empecé.

Marta: Ya a los siete años vino a vivir aquí a Santa Clara una rusa-francesa, Nina Feodoroff, y entonces le dijeron, ¿por qué no le das clases a unas niñas de aquí? Y empezó a dar clases y yo comencé con ella. Fui la única alumna que tuvo todo el tiempo que estuvo en Santa Clara, incluso yo estuve en una escuela en Cienfuegos, y ella iba los sábados a darme las clases a la escuela de Cienfuegos por no dejarme.

Samuel: ¿Y eso que usted nos cuenta fue el comienzo de la Academia de Ballet aquí en Santa Clara? 

Marta: Las clases, sí. Ella no tuvo como tal un local, y no ponía en la academia de…, sino decía clases de ballet en la Academia de Música de… Pero como tal, formar un local que fuera para academia, para enseñar el ballet, fue el 1 de octubre de 1950 que yo inauguro mi academia. 

Samuel: Que también tuvo una proyección comunitaria, esta academia suya…

Marta: La tuvo, porque después de dos años de haber empezado las clases en los 50, a principios del año 53, empecé a ir a La Vigía, a Dobarganes, y al Condado, en las escuelitas aquellas pequeñas de barrio, que los padres de mis alumnos me ayudaban mucho. Trasladábamos una barra móvil, un tocadisco de pilas. Trasladábamos dos o tres muchachitas con sus leotardos, después con sus tutús, para los niños de esos tan lejanos lugares, donde no sabían qué era el ballet, qué era la danza, donde no tenían posibilidades de venir aquí a ver nada. Les llevábamos allá, y se asombraban cuando veían a las niñas paradas con las zapatillas de punta. Decían «mira, mira, puntillita, puntillita, cómo bailan». Incluso, a un lugar campesino que entonces se le llamaba sin nombre, que es hoy la Granja Wilfredo Pajés, hasta ahí fueron las niñas de mi academia. Era un caserío campesino, y entonces ahí, en un lugar que fue como una esplanada, porque no había ni escuelita en aquellos momentos llevamos también a las niñas de ballet.

Marta: Tuve becadas en mi academia, niñas del barrio del Condado y de la Vigía, que tenían unas condiciones tremendas, pero no tenían posibilidades de comprarse ni zapatillas, ni trajes para trabajar, ni trajes de ejercicio, y todo se les daba con la beca. 

Samuel: Marta, con el triunfo de la Revolución, ¿usted se desprende de esta academia de ballet o continúa?

Marta: No, continúa porque aquí no había más nada de ballet. Entonces yo estaba dando clases también de ballet y danza en la Universidad Central desde el año 1955, que por oposición me llevé esa cátedra de ballet y danza folklórica y estuve trabajando nueve años en la universidad, hasta 1964.

Desde 1992, Marta Anido es miembro de la UNEAC en Villa Clara. En la sede de la organización, lleva a cabo, el último sábado de cada mes, “La Peña de Los Anido”. Foto: Tomada de Telecubanacán.

Samuel: Marta, una de las facetas que ha definido su vida es el magisterio. Lo mismo como directora de la EVA Olga Alonso, en la Universidad Central de Las Villas, en la Dirección de Cultura, en la UNEAC, donde afortunadamente todavía la tenemos, o en diferentes espacios de los medios de comunicación. ¿Esto es un don, es una elección suya o es una necesidad? 

Marta: Mi espíritu es estar siempre en alguna actividad. Y en la enseñanza todavía estoy. Hace 23 años, desde el 2001, que imparto clases en la Cátedra de Adulto Mayor de la Universidad Central. Todos los martes me toca a mí y todos los martes estoy yo en el local donde se dan las clases.

Samuel: ¿Y cómo se traslada hasta allá, Marta?

Marta: Pues caminando. Una de las alumnas me va a buscar porque no puedo salir sola a la calle porque mi nieto dice que si me caigo, esto y lo otro. Así que una alumna me viene a buscar, vamos al local que es en la Casa los Combatientes, en Máximo Gómez, imparto las clases y otra alumna me acompaña a mi casa cuando se terminan las clases.

Samuel: ¿Cómo recuerda usted su tránsito por cada uno de estos espacios de enseñanza que hablamos, la EVA Olga Alonso, la Universidad Central, Cultura, la UNEAC...?

Marta: Para mí la enseñanza ha sido una necesidad, sobre todo lo que imparto actualmente: historia de la cultura cubana, donde reflejo las tradiciones y leyendas de aquí de nuestra provincia. Además, en la UNEAC, desde hace 28 años, tengo una peña, La Peña de los Anido, que compartí mucho tiempo con mi primo Alberto. 

Samuel: Usted sabe que, a Alberto, su primo, yo le decía el hombre de la 5A. Alberto, Adolfo, Agustín, Antonino, Anido, Pacheco.

Marta: Sí, señor, así mismo. 

Samuel: Y miembro de todas las filiales de la UNEAC. El único nacionalmente que era miembro de las 5 filiales de la UNEAC. 

Marta: Así mismo. Él compartió conmigo mucho tiempo en la Peña, ahora está Freida, y bueno, pues seguimos haciéndola desde hace 28 años. 

Durante la conmemoración por el 330 aniversario de la fundación de Santa Clara, al ser condecorada por el presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Foto: Tomada del periódico Trabajadores

Samuel: ¿Qué representa para usted investigar? 

Marta: La investigación para mí fue fundamental. Yo fui fundadora de la Escuela de Arte Olga Alonso. Estuve ahí hasta el 75, por 10 años. Cuando se abre la escuela, que me piden que vaya de directora y que vaya para allá a impartir las clases de ballet, ya dejo entonces mi academia, que la tuve hasta ese momento, pero entonces todo lo de mi academia lo llevo para el aula que se iba a impartir ballet en la Olga Alonso, en la calle Tristá.

Samuel: ¿Me hablaba del año 65?. Ese fue el año en que yo nací.

Marta: Ah, pues ese año empezó la Olga Alonso. 

Samuel: Marta, ¿qué hallazgos sobre la identidad, historia y cultura santaclareñas le han gratificado más en tantos años de estudio e investigación? 

Marta: Mira, en el año 76 se hizo un llamado por el Ministerio de Cultura, creándose el ministerio, a hacer las investigaciones con vista a confeccionar, lo que entonces se llamaba Atlas de la cultura popular tradicional cubana para investigar danzas, músicas, artesanías, bailes, religiones, décimas, cuentos, creencias, todo lo que abarca la cultura popular que es tan amplia. Y se seleccionó un compañero por cada provincia para que presidiera la comisión provincial y formar después las comisiones en los municipios. Y, bueno, aquí me escogen a mí.

Marta: Tuve el apoyo de los instructores de arte, los directores y técnicos de bibliotecas y de museos, y formamos las comisiones municipales para buscar e indagar. Y, muy importante, el grupo que se formó en la Universidad Central con alumnos de la Facultad de Letras. Ahí salió las fiestas de la Cruz de Mayo, en Camajuaní, la familia Fusté. Ahí salió eso, salió la primera casa de cultura que existió, que fue muy cercana a lo que es hoy Luis Arcos Bergnes.

Samuel: El mismo municipio, Camajuaní. 

Marta: Sí, también de ahí. Un español lo tenía y se recogían fondos, inclusive, para la comunidad y todo. Bueno, se hicieron tantas cosas lindas, encontramos tanto. Se habían perdido muchas parrandas en muchos poblados parranderos y teníamos que rescatarlas. El trabajo de investigación de aquí, tuvimos esa inmensa suerte, siempre fue el del primer por el apoyo que nos dieron. Así se hicieron los museos de las tradiciones campesinas porque los asentamientos campesinos eran ya con casitas de mampostería y de placa, pero aquellos niños que están creciendo tenían que saber cómo vivieron sus abuelos. Y entonces ahí lo hicimos en muchos de los municipios. Rescatamos las rondas infantiles, rescatamos los bailes de disfraces, rescatamos el danzón, la rumba.

Samuel: ¿Qué temas o zonas le gustaría seguir explorando a sus 93 años? 

Marta: Mira, muchas cosas de la historia que a veces no se conocen. La historia, claro, es un estudio serio, es un estudio de las personas que participaron en toda una serie de hechos importantísimos. Y si tú, de aquellas personas o de aquellos hechos, buscas lo que se le hace a los muchachos interesante, que son como anécdotas, podríamos decir, entonces eso se transmite mucho mejor. Yo creo que hay que matizar también esas cosas porque el muchacho no te pone mucha atención después cuando tú eres muy serio. Cuando tú los motivas y cuentas cosas interesantes, pero se los vas diciendo de una forma que les llegas a ellos, como conversando, todos te ponen una atención tremenda. 

Samuel: Entonces usted no quisiera acabar, quisiera continuar.

Marta: No quisiera, yo sigo todavía. 

Foto: Tomada de la Jiribilla

Samuel: Marta, si se habla de nuestra cultura, ¿qué le queda por conocer o aprender?

Marta: Mira, muchísimo, muchísimo, porque precisamente en estos días atrás que escuchábamos unas entrevistas a Ramona de Saá, con motivo de su fallecimiento. Ella contaba anécdotas tan lindas de Fernando, de Alicia, que a veces no se saben y hay que buscar y hay que rastrear porque eso hay que saberlo y hay que transmitirlo a los niños que están en las escuelas de arte, a los niños que están estudiando el ballet o que están estudiando la música o que están estudiando la danza o el teatro. Llevarles algo que les motive a crecerse en eso, y también de tratar de imitar aquellas grandes figuras, que son ejemplo para seguir.

Samuel: ¿Qué es Santa Clara para usted? 

Marta: Desde que abrí los ojos, el 20 de mayo de 1931, mi abuelo cogió unas banderitas cubanas y se las puso en la cuna. Mi mamá  le dijo que con una bastaba y él respondió «no, muchas, porque ella tiene que ser tan patriota porque ha nacido el 20 de mayo», antes el 20 de mayo se celebraba como que existió por primera vez la presidencia de la República de Cuba, lo que se deseaba y se soñaba, aunque después no se logró lo que los patriotas que habían querido que fuera, pero bueno fue ese día.

Marta: Nací bajo la sombra de esa bandera cubana, nací bajo el amor de esos que amaban esta ciudad, que amaban su patria, que amaban la defensa realmente de lo nuestro, empecé a caminar en el Parque Vidal, ese parque fue mi vida, ha sido mi vida y es mi vida también porque todavía lo disfruto. Ahí tuve las rondas infantiles; después en la adolescencia y la juventud, las noches de retreta, de pasear alrededor de la glorieta, de encontrarnos con amigas, con amigos, connversar; después tuve mis hijos, llevé a mis hijos al parque desde pequeñitos también, a disfrutar las actividades que se hacían en ese parque, es decir que respiro a Santa Clara, la vivo, la siento, la necesito.

Samuel: ¿Qué le diría usted a esas personas que ahora nos están escuchando, en cualquiera de las plataformas de las redes sociales, en cualquier lugar del mundo, sean santaclareños o no? ¿Cuál es el mensaje de Marta para ellos? 

Marta: Yo sé que hay muchos santaclareños que aman a Santa Clara, algunos no están aquí por diversos motivos y yo les digo: ¿no sienten un pedacito de vida, el corazón no les late un poquito, no recuerdan con esta nostalgia tan inmensa, tan grande, tan linda, el lugar donde nacieron, el lugar donde vivieron. Que cuiden de eso, que cuiden de ese recuerdo porque eso nos da vida, eso nos fortalece a nosotros: saber que tenemos un lugar, que es el único en el mundo donde uno nace, aunque vaya a vivir a otro lugar.

Samuel: Marta, le agradezco muchísimo que haya estado con nosotros, una vez más, un honor, un gustazo que nos haya acompañado. 

Marta: Pues, encantada de haber estado aquí.

Samuel: Le ayudo a levantarse, le alcanzo su bastoncito, que aquí lo tiene, y le vamos a acompañar hasta su casa. 

Samuel: Es «A Dos Voces», un pódcast de la redacción digital de CMHW. Les recuerdo que este es un espacio para la conversación desenfadada que compartimos cada martes, justo a las 3 de la tarde, en nuestro canal de iVoox.

Durante los festejos del Día de las Madres, el pasado mes de mayo, en diálogo con autoridades villaclareñas. Foto: Jesy Alejandra (estudiante de Periodismo)/Tomada de Vanguardia

Escuche y descargue esta propuesta sonora, que en su primera temporada, celebra el 335 aniversario de la fundación de Santa Clara.