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Ciudad bajo palabra: el cacicazgo de Cubanacán

Ciudad bajo palabra: el cacicazgo de Cubanacán (+Pódcast)

Mauricio Escuela Orozco

Jueves, 01 May 2025 19:36

Muchas veces hablamos sobre los orígenes de Santa Clara y abundamos en las cuestiones hispánicas del asunto.

Ello acontece ante la ausencia de documentos que evidencien la vida en la región previa a la llegada de los europeos. Pero la oralidad ha traído hasta nosotros las leyendas de aquel tiempo, unas narraciones que como todo han pasado por el tamiz de los conquistadores y nos llegan contaminadas con dicha visión. El intelectual Manuel Garófalo Mesa, en su volumen Leyendas y Tradiciones Santaclareñas, destacó aquel lejano origen en una obra que ha quedado para las nuevas generaciones como “Los sucesos del cacicazgo de Cubanacán”.

Cuenta Garófalo que, legado por sus mayores, existe el relato de los indios primigenios de lo que hoy es la ciudad de Santa Clara. En los tiempos previos a la conquista, había en la región un cacicazgo llamado Cubanacán que a su vez había tomado el nombre de su líder, un recio hombre de cuerpo inmenso y poderoso que había logrado someter a varios pueblos a la redonda e imponer el respeto entre los habitantes primarios de Cuba. De hecho, cuando Colón llegó a las costas, varios indígenas le indicaron la existencia de Cubanacán al cual temían.

Y es que el gran conquistador europeo estaba buscando al gran Khan del Lejano Oriente cuyo reino confundió con el casicazgo cubano. La conquista y la colonización de la isla de Cuba se hizo a partir de la cruz y del espada lo cual implicaba no solo el uso de la violencia, sino la culturización de los pueblos a partir de ser evangelizados por la iglesia, con lo cual, cuando los rumores sobre la llegada de los europeos llegaron a oídos de Cubanacán este se aprestó a la resistencia.

El cacicazgo era de los más ricos en maderas preciosas, con ríos navegables que unían las aldeas y comunicaban a los habitantes. Cubanacán dispuso todo un plan para que al invasor le resultara difícil la batalla. Las historias de los indios en torno a la riqueza del cacicazgo aumentaron la codicia de los españoles, quienes se adentraron en el centro de la isla en la búsqueda de yacimientos de oro.

A su paso, iban asesinando a los aborígenes, algunos de los cuales huían a las montañas e iban organizando una resistencia guerrillera al invasor. Cubanacán daba refugio a los rebeldes a la vez que estudiaba las armas y las tácticas del europeo. Pero la disparidad era mucha en cuanto a tecnología.

Los pueblos originarios estaban en un estadio de desarrollo bastante rústico y la creencia animista en los dioses y otras supersticiones les impedían entender la complejidad del proceso de conquista por parte de un pueblo más avanzado. El choque de civilizaciones, que a menudo quiere establecerse como un descubrimiento desde la perspectiva europea, implicó una hecatombe. Entonces llegó el día de la batalla.

Los europeos bajaron de las lomas del Escambray armados con arcabuses y dispararon al pecho de los indígenas. Los bohíos ardieron en medio del sol de la mañana. Los aborígenes siguieron el liderazgo de Cubanacán y cayeron en medio de la batalla defendiendo lo suyo.

Era mucha la disparidad de armas. Cuenta la leyenda que nos trae Garófalo que al final, cuando ya estaban a punto de morir, el cacique Cubanacán besó a su mujer y quedaron allí unidos para siempre en el suelo. Luego los sobrevivientes levantaron los cuerpos y los llevaron a Peñablanca entre las lomas. Allí fueron enterrados.

El propio Garófalo narra que durante décadas, cuando ya existía Santa Clara, una figura subía hasta dichos aposentos y dejaba una ofrenda. Luego bajaba y se perdía en las calles. Todo eso queda en la memoria popular, deshecha por las muchas fabulaciones, interpretaciones, deformaciones y exageraciones de la gente.

Lo cierto es que la leyenda de Cubanacán es una de las más hermosas y nos da cuenta de la situación anterior a los años de la conquista por parte de los europeos. Para Garófalo Mesa, las leyendas son una forma de conocer la memoria de nuestros mayores y de rememorar cómo se pensaba hace siglos atrás. Para nosotros, se trata de un acercamiento más a la esencia de lo que somos y seguiremos siendo.