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“A dos voces” con el Dr. C. Gilberto Quevedo (+Pódcast)
Foto: Beatriz Hernández García / CMHW

“A dos voces” con el Dr. C. Gilberto Quevedo (+Pódcast)

Redacción digital CMHW

Viernes, 26 Julio 2024 19:34

CMHW comparte la transcripción del octavo episodio de “A dos voces”, el pódcast de la Redacción digital de la emisora.

Samuel: Bienvenidos a una nueva entrega de “A dos voces”, el pódcast de la redacción digital de CMHW, un espacio de diálogo desenfadado para contar historias de santaclareños y santaclareñas ilustres a propósito del 335 aniversario de la fundación de la ciudad. Les recuerdo que cada martes, justo a las 3 de la tarde, estrenamos episodio en el canal de Ivoox de CMHW, la Reina Radial del Centro. No deje de visitarnos.

Samuel: “A dos voces” hoy se complace en presentar al profesor investigador, Dr. C. Gilberto Julio Quevedo Sotolongo, pero durante toda la conversación lo llamaremos Quevedo, porque así lo llaman todos. ¿Puede ser, doctor?

Quevedo: Sí, cómo no, puede ser. A mí por el nombre me llaman nada más los amigos de mi hermano, que también le llaman a él Quevedo y entonces a mí me llaman Gilberto, pero en general es Quevedo, o profesor, que es lo que me llaman mis alumnos.

Samuel: Le damos la bienvenida a nuestro espacio.

Quevedo: Muchas gracias, y gracias por la invitación. 

Samuel: Quevedo, usted cursó estudios y se graduó en la CUJAE, pero regresó a hacer carrera a la Universidad Central “Marta Abreu” de las Villas. ¿Por qué? Cuéntenos. 

Quevedo: Primero por qué fui a la CUJAE, ¿no?, porque ya había empezado la carrera de Ingeniería Civil aquí en Villa Clara. Estaba en su segundo año, estamos hablando año 1971, cuando ingresé a la universidad. Bueno, fui a la CUJAE por poco que por embullo. En aquella época nada más había la carrera de Ingeniería Civil, pero en la CUJAE se estudiaba una variante de la carrera de Ingeniería Civil que a partir del tercer año tenía una salida combinada con hidráulica y nada más se estudiaba en la CUJAE. Y tres amigos y yo nos embullamos a irnos a La Habana. De lo cual no me arrepiento. Realmente el haber estudiado en la CUJAE me permitió que tuviera de profesores a los mejores ingenieros civiles de Cuba. Como que tampoco me arrepiento de haber virado para Villa Clara.

Quevedo: Yo iba a ser profesor de la CUJAE, terminé como de los primeros expedientes y me habían dejado ahí, en lo que es el Centro de Investigaciones Hidráulicas de la CUJAE, con una asignatura para dar y todo. Pero aquí estaba naciendo la Facultad de Construcciones y la carrera de Ingeniería Civil y me reclamaron de acá. Y vine y eso sí fue mejor porque en la CUJAE seguramente hubiera terminado mi doctorado, pero por encima de mí habían 10 o 15 profesores. Y aquí llegué y pude formar mi escuela.

Durante la defensa se su tesis doctoral en ciencias técnicas en el entonces Instituto de Ingenieros de la Construcción de Moscú, hoy Universidad Estatal de la Construcción de Moscú. Foto: Tomado de la página de Facebook del entrevistado 

Samuel: Quevedo, precisamente en la Universidad Central de Las Villas ha desempeñado disímiles roles académicos y de dirección. ¿Qué le ha satisfecho más y por qué? 

Quevedo: He sido jefe de departamento, he sido vicedecano de investigaciones, he sido director de un centro de investigación, he sido decano y ahora el último rol que tengo que es presidente de la empresa Interfaz. Yo creo que, quitando el cargo actual, el que más me ha gustado, porque lo hice desde cero, fue el CIDEM, el Centro de Investigaciones y Desarrollo de las Estructuras y los Materiales. Fue algo que José Luis García Cuevas, gran profesor y rector de nuestra universidad en ese momento, nos dijo a nosotros, un grupo de investigadores jóvenes —el profesor Martirena y yo, fundamentalmente— creen una pequeña célula, que sirva para el desarrollo de la investigación de la facultad. Y creamos el CIDEM como algo que tenía tres plazas. Y hoy el CIDEM, que ha continuado Martirena con el trabajo, es sin duda el Centro de Investigaciones de la construcción de más reconocimiento nacional e internacional. Y eso se hizo de cero.

Quevedo: Y ahora me tocó otra tarea que estaba empezando, que es lo de la empresa Interfaz. 

Samuel: De eso vamos a hablar, porque con más de 40 años de trabajo, Quevedo ha sido, como decía, director del CIDEM, vicedecano, profesor titular, decano de la Facultad de Construcciones, presidente del Tribunal Nacional de Grado Científico de Ingeniería Civil e Hidráulica de Cuba, también. Es, además, profesor emérito de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, miembro de la Academia de Ciencias de Cuba y más. Sin embargo, desde agosto de 2020 y desde un poco antes, usted se embarcó en un ambicioso proyecto. ¿Por qué aventurarse a la fundación de SICTE-SA en esta etapa de su vida, cuando tiene usted ya un sólido prestigio profesional en la Universidad Central de Las Villas y en todo el país? 

Quevedo: Eso fue un compromiso con la universidad. Realmente, no solo que al tiempo y a la edad de uno, sino que la primera vez que me hablaron a mí, que fue el actual rector —y en aquel momento vicerrector de Investigación y Posgrado, Luis Antonio Barranco—, fue habiendo pasado solamente cuatro meses de una operación a corazón abierto, que estaba en la etapa de recuperación. Entonces dijo que se hablaba de una posibilidad de abrir una empresa de interfaz y realmente eso yo lo consulté con mi familia primero, porque había pasado una etapa muy difícil desde el punto de vista de salud en 2018. Y lo entendieron. Ya yo creo que mi etapa en la Facultad de Construcciones —aunque sigo siendo profesor y seguiré siendo siempre—, había pasado en la dirigencia, había pasado por todos los cargos hasta decano. Y era tiempo de abrir algo nuevo, además de que esto sí es nuevo, o sea, no es que uno pase de vicedecano a director de centro, esto era una estructura totalmente nueva, pensada en el país, y que de forma experimental iban a empezar dos grandes centros, la CUJAE y nosotros. Y me embullé, y sí, creo que valió la pena de hacer algo distinto y que hasta ahora hemos tenido resultados, y que además se está multiplicando en el país.

Samuel: ¿Qué le ha aportado esta nueva faceta de empresario, digamos? 

Quevedo: En el tiempo que estuvimos como director de CIDEM, el CIDEM hacía investigación a ciclo completo, o sea, era de los ejemplos de los centros de investigación que hacía investigación a ciclo completo. No llevábamos la economía, o sea, la contabilidad la llevaba la universidad, pero sí hacíamos economía, o sea, captábamos divisas en aquel momento, dólares, CUC, etc. Y por lo tanto siempre tenía una idea del manejo de la economía. Pero una cosa es eso y otra cosa es llevar una empresa. El llevar la contabilidad de una empresa es otra cosa totalmente distinta. Nosotros para cumplir tenemos que captar 3 millones de pesos todos los meses. Si tenemos 36 de plan, tenemos que hacer 3 todos los meses, eso es elemental, ¿no? Eso es día a día, eso es caerle atrás de una factura, eso es saber lo que es contabilidad, que no es tan sencillo. O sea, mucho he aprendido desde el punto de vista empresario que, repito, no partí de cero, tenía alguna idea de manejar finanzas, etc. 

Samuel: Usted comparte todos los días con especialistas, empresarios, autoridades, incluso tiene encuentros regulares con el Presidente de la República en las sesiones del Consejo Nacional de Innovación. Sin embargo, eso no le impide dar sus criterios con absoluta transparencia, como cualquier otro cubano cuando cree que algo no anda bien. ¿Es así? 

Quevedo: A ver, últimamente no me ha traído problemas. Porque de alguna forma ya a uno lo conocen y digamos que lo respetan, ¿no? En etapas más jóvenes, que siempre fue igual, algunos problemas me trajo. Pero yo siempre digo lo que pienso. Lo trato de decir de la mejor forma y en el mejor lugar, pero lo digo. Y si no entiendo algo, lo pregunto. Y si no lo comparto, lo digo. Ahora, en el estatus que uno tiene, lo puedo decir un poco con más confianza, ¿no? Pero cuando no lo tenía y era más joven, también lo decía. No sé si es una debilidad o una fortaleza, pero la tengo. Es genética. 

El profe Quevedo es conferencista habitual en talleres, simposios y otros eventos científicos. Foto: Vanguardia de Cuba

Samuel: Profesor, en medio de una agenda tan ajetreada, ¿no extraña usted el aula? 

Quevedo: No, yo nunca he dejado de dar clases.

Samuel: ¿Se ha mantenido siempre...?

Quevedo: Mis asignaturas son mis asignaturas. Es verdad que yo he formado muchas personas que están en el colectivo,algunos no están hoy, pero sigue existiendo un colectivo dentro de la disciplina mía muy fuerte, sin duda. Pero yo no puedo dejar de dar clases. Las clases me alimentan. Realmente, a esta edad y a este tiempo, 47 años dando de las mismas disciplinas, no me ocupan demasiado tiempo que no sea el tiempo físico de dar la clase. Pero me reconforta dar clases. Nunca dejé de dar clases. Cuando me operaron del corazón, el médico me dijo que tenía que hacer reposo tres meses. Y a tres meses y un día me paré delante del aula a dar una clase. ¿Algo un poco atrevido, quizás? 

Samuel: ¿Y no hubo consecuencias? 

Quevedo: No, yo soy un tipo, una persona muy disciplinada en lo que tiene que ver con las enfermedades. Siempre ando con un pastillero encima, que lo preparo los domingos para la semana completa. Y me lo pongo en el bolsillo para que me moleste y me acuerde. Y para que suenen las tabletas dentro del pastillero. 

Samuel: Profesor, nos cuentan sus colegas que el gran ingeniero que es nos ha hecho perder a un excelente médico, hablando de esas cuestiones de salud...

Quevedo: Yo vengo de una familia de médicos. Mi padre fue médico, mi hermano es médico, tengo varios primos médicos, tíos médicos. Mi padre quería que yo fuera ortopédico porque decía que tenía tamaño para ser ortopédico. Y estuve a punto de estudiar medicina. En el año que yo empezaba la universidad, en 1971, había un sistema —cuando aquello se estudiaban los dos primeros años necesariamente en Girón, había la universidad médica aquí, pero era a partir del tercer año— necesariamente había que estudiar primero y segundo año en Girón, en La Habana. Y había un sistema que no sé por qué lo eliminaron —he hablado con Lage y otra de la gente que estuvo en ese sistema y nunca me han explicado por qué lo eliminaron— que se llamaba formación paralela. O sea, usted daba las asignaturas básicas de medicina , que es lo que se daba en Girón, y adicionalmente a esas personas que estaban en el curso paralelo le daban formación en física, en estadística, en matemática. Y como siempre me gustaba esa rama, estuve a punto de irme a estudiar medicina a formarme como investigador en medicina, no asistencial. Pero después la ingeniería siempre me gustó, la matemática me gustó y decidí irme para la matemática.

Samuel: ¿No se arrepiente?

Quevedo: No, no me arrepiento. 

En este 2024, el Dr. C. Gilberto Quevedo fue reconocido como académico de mérito de la Academia de Ciencias de Cuba. Foto: Tomada de la página de Facebook del entrevistado.

Samuel: Hablemos un poco de la familia. Ya nos contaba de cierta consulta que le hizo a la familia.

Quevedo: Todos estos logros no serían posibles sin el apoyo familiar. La familia es todo. Primero, mis padres. Mi padre me duró poco, pero mi madre fue todo. Después la familia. Yo por la edad y por el tiempo he podido formar dos familias particulares. Tuve una primera etapa de una familia en la cual formamos, tuve hijos, etc. Y por X, Y, Z razones dejó de existir, aunque tenemos las mejores relaciones y por supuesto con mis hijos, mis nietos, las mejores relaciones que también me apoyaron muchísimo en una etapa de mi vida. Y ahora tengo una familia también igual que la hemos formado con dos niñas preciosas de 13 y 15 años. Una cumplió 15 hace muy poco.

Samuel: Le quedan unos 15 todavía. 

Quevedo: Algo difícil. Voy a respirar para dentro de dos años volver al mismo problema...

Quevedo: Y mi esposa, que además de mi esposa, es mi compañera de todo, porque es compañera en mi profesión también. O sea, fue alumna mía, fue alumna de maestría, fue alumna de doctorado. Y bueno, hemos compartido toda esta última etapa de mi vida y ha sido todo el apoyo para uno poder hacer otras cosas.

Samuel: Entre sus compañeros en la comunidad universitaria circula la frase Quevedo siempre gana. ¿A qué se debe y qué dice de usted? 

Quevedo: A ver, esa la han dicho mucha gente, pero la selló el doctor Juan José Hernández, cuando hizo las palabras de presentación, cuando me dieron el título de profesor emérito. A ver, es verdad que a mí no me gusta perder en las discusiones, pero no creo que siempre gane. Trato de dar mis criterios en función de esto. No creo que sea que nunca haya perdido, pero no me gusta perder, evidentemente.

Samuel: ¿Y sus alumnos le dicen así también? 

Quevedo: A ver, mis alumnos no. Los profesores que hoy están en la facultad, que fueron alumnos míos hace años, me dicen que yo he perdido un poco de facultades en cuanto a la exigencia. Porque algún tiempo, no sé por qué tampoco, pero bueno, infundía mucho más respeto. Habían alumnos que yo los mandaba a hacer una pregunta y no podían ni hablar. Ya esto se ha ido perdiendo. Son otros alumnos. O sea, usted no puede comparar tiempo. Los alumnos de hoy son otros alumnos, pero siempre mantienen el respeto. Y yo creo que les gustan mis clases. Uno con la experiencia le habla mucho, las asignaturas que yo doy son asignaturas aplicadas de la ingeniería. Y hemos hecho muchos trabajos de ingeniería aparte de la docencia. Entonces, les pongo ejemplos reales de los problemas y eso normalmente a los alumnos los motiva. 

Foto: Beatriz Hernández García/ CMHW

Samuel: Profesor, ¿a qué otro empeño quisiera atreverse en estos momentos? O sea, ¿qué le gustaría sumar a su trayectoria? 

Quevedo: Tengo una deuda grande, que me lo dicen mis compañeros: escribir un buen libro de la rama mía. Lo que pasa es que para eso hay tiempo. Va y no demasiado, pero es tiempo y ponerme. En la rama mía hay dos grandes escuelas que llamamos la escuela occidental, fundamentalmente americana e inglesa, y la rama oriental, fundamentalmente la rusa. Y yo tengo la posibilidad de que domino las dos. Porque hice maestría en México, la literatura aquí de América es esa, y después hice doctorado en Rusia, y por lo tanto manejo la escuela rusa y la escuela americana. Y hay muy pocos libros que mezclen esas dos cosas. Y es una deuda que yo pudiera tener, que todos los días me lo dicen, de mi esposa para abajo todo el mundo, de que debo hacerlo, y creo que sí. Cuando se estabilice un poco la empresa, que ahora estamos en un momento un poco difícil, dedicaré un día a la semana a escribir el libro.

Samuel: “A dos voces” surge por el 335 aniversario de la ciudad de Santa Clara. Desde su especialidad, ¿cómo valora la situación actual de nuestra ciudad? 

Quevedo: A ver, Santa Clara es una ciudad, digamos, en principio bonita. Yo voy y digo que es limpia comparativamente con otras ciudades de Cuba. Pero realmente, igual que en cualquier otro lugar, hace falta inversiones. O sea, mantenemos un centro alrededor del parque, muy bonito, pero no se recupera lo del Florida y se va a caer. Yo sé que se va a caer o lo acaben de tumbar. Es una deuda que tiene la ciudad porque todo lo otro es bien monumental, bien bonito. No hay ciudades con un parque y las edificaciones alrededor de ellas como esta. Como a todas las ciudades le hace falta inversiones y concepción de desarrollo urbano sobre todo, y bueno, por supuesto, vivienda, que es un problema nacional no resuelto. Uno de los que mandó a cerrar eso fui yo, junto con el profesor Nolasco, cuando había la cafetería abajo donde vendían tortillas. Un día nos mandaron ahí y eso estaba prácticamente en el aire. La columna no tenía continuidad con los cimientos y se mandó a cerrar eso ahí. De eso puede haber pasado hasta hoy 20 años tranquilamente. Eso está aguantándose ahí un poco por fricción. Lo último que se ha querido es tratar de recuperar o mantener la fachada. Eso se ha hecho en La Habana vieja. Nosotros estudiamos el Hotel Packard, por ejemplo el Hotel Parque Central. Ambos mantuvieron la fachada. Usted lo ve y entre lo nuevo y lo viejo tú mantienes una fachada y te da continuidad, ¿no? Aquí es muy difícil ya incluso hoy mantener la fachada. Pero no hay una decisión. También demoler no es tan sencillo. Saben lo que pasó con el Hotel Comercio en Caibarién, con las personas que trataron de entrar a demoler ahí sin un estudio de demolición y hubo tres muertos. Y sobre todo en el lugar tan céntrico, hay que estudiarlo. Yo creo que hay que tomar una determinación. Es muy difícil hoy que venga una inversión. No se aprovechó en el momento que hicieron la feria de turismo en Villa Clara, con lo cual yo estuve andando por toda la provincia con uno de los viceministros de turismo y querían darle un impulso a eso. No se le dio. Hoy me parece que es difícil que se logre. Y por lo tanto creo que hay que tomar una determinación. Se puede hacer una junta de especialistas y llegar a criterios de qué hacer. Yo sé por los colegas que conozco de Patrimonio que están a toda luz tratando de salvar al menos la fachada. Pero bueno, si se va a salvar la fachada hay que hacerlo ya. Hay que hacer un estudio de consolidación de la fachada y poderlo utilizar.

Samuel: Profesor, ¿algo que usted no quiera pasar por alto en esta conversación? 

Quevedo: Agradecer a los colectivos que he tenido. Uno no es la persona, ¿no? Uno es de quien se rodea. Y yo he tenido excelentes colectivos de compañeros que me han ayudado a llegar a donde estoy. Y uno lo que ha hecho es dirigir en esto. Por supuesto, el esfuerzo personal siempre está. Pero he tenido excelentes colectivos de trabajo durante estos casi 47 años. También a los que me formaron. O sea, yo viendo a mis hijas hoy que están las dos en secundaria, los profesores que me formaron a mí en secundaria y en pre son profesores de élite hoy. Yo me enfermo cuando mi hija viene y le pregunto ¿cuántas clases diste hoy? Y me dice tres y ¿cuántas tenías? Cinco. Ahí en el pre ese que está ahí, que fue donde yo estudié, eso no pasaba. Eso era religión. Los profesores a la hora eran una religión. Realmente tuve muy buena formación yo en la etapa de la enseñanza media y en la CUJAE realmente muy buenos profesores. Que después fueron mis amigos. 

Samuel: ¿Qué profesores recuerda de esa época en la CUJAE? 

Quevedo: Muchísimos. Uno que tiene que ver más con mi especialidad que ya no está vivo, que es el profesor Ávalos. Una gran personalidad. Es un hombre que yo recuerdo que le mandé mi primer artículo —que hoy yo lo leo y tengo la revista medio que escondida porque no quiero ni leerlo— y aquella persona que era la personalidad más importante de la mecánica de suelos en CUJAE en ese momento, me ha hecho una revisión del artículo: mire profesor, yo creo que esto es mejor de esta forma, a mí me parece que debíamos cambiar de esta forma. Una cosa que era una delicadeza de hablar de alguien que tenía dos años graduado contra alguien que era Dios. Y después me ayudó muchísimo en toda la forma como profesor. Hicimos una amistad muy grande. Él cada vez que yo iba para Rusia, tenía que pasar por su casa. Y me hacía peticiones. Las peticiones de él eran no como las que piden otra gente. Y me hace falta que me traigas el artículo de tal persona. Eso era ir a la biblioteca técnica, meterte un mes pidiendo el artículo porque los artículos que pedía eran artículos del siglo XVIII y siglo XIX. Esos eran artículos que salían pero que eran muy demandados. Pero al final yo le traía los artículos y decía eso era el mejor regalo que yo le podía hacer. Después hubo muchísimos profesores que me vieron.

Quevedo: Aquí se dijo que llegué a ser presidente del Tribunal Nacional de Grado Científico. Para mí es uno de los grandes reconocimientos que yo he tenido. Ese tribunal radica en la CUJAE o radicaba. Ahora la Comisión de Grado ha hecho algunos cambios. Y ese tribunal fue el primero que se formó en Cuba. Y lo presidió Diosdado Pérez Franco. La personalidad más importante de la ingeniería en la mitad del siglo pasado. Y cuando él muere, hubo que hacer elecciones del nuevo presidente. Imagínense que ahí estábamos fuera de la CUJAE, Martirena, dos profesores de Camagüey y dos profesores de Oriente y yo. Seis personas éramos fuera. Y mis propios profesores me eligieron a mí como presidente del tribunal. Para mí fue lo máximo. 

Foto: Osdany Meriño González/ CMHW

Samuel: ¿Faltará algún día Quevedo a sus clases? Bueno, los estudiantes lo extrañarán. Realmente, yo creo que en mis 47 años de trabajo falté a trabajo, no solo a clase, una semana, cuando me operé de apendicitis. Por cierto, estaba en la preparatoria de ruso. Y me fui un lunes y ese día por la noche me operaron y al otro lunes yo estuve y la profesora, que era rusa, cuando llegué me decía ¿Qué tú haces aquí? Y yo, profesora, yo vengo. ¿Cuándo te operaron? Y yo, no, me operaron el lunes. ¡Vete para la casa! Y yo, no tengo problema, yo vengo. Entonces me hizo hacer —ya estábamos terminando, fue en mayo—un rascazo. Bueno, rascazo en ruso es cuento. El cuento de cómo me habían operado.

Quevedo: Realmente, a eso se lo debo, sobre todo, a mi padre. Mi padre tenía una disciplina. Bueno, tenía formación militar. Era médico, pero médico militar y esa formación estricta de horario, esas cosas... ustedes me dijeron a las 2, llegué a las 2 menos un minuto.

Samuel: Yo creo que antes de las 2 estabas aquí, porque casi coincidimos a la entrada. Bueno, pues le agradezco muchísimo a usted, profesor Gilberto Julio Quevedo Sotolongo, pero sencillamente Quevedo, que nos permitió decirle así desde el inicio. Gracias por acceder a esta conversación.

Quevedo: Con gusto.

Samuel: Un abrazo para usted y gracias por enseñar tanto en la Universidad Central de Las Villas y la estela que ha dejado a su paso por diferentes sitios. ¡Muchas gracias!

Samuel: Así despedimos esta entrega de “A dos voces”. Recuerde que cada martes, justo a las 3 de la tarde, en nuestro canal de Ivoox, compartimos nuevos contenidos. Suscríbase y sea parte de este encuentro sonoro producido por la redacción digital de CMHW.