Samuel: Hola, bienvenidos a otro encuentro “A dos voces”, un espacio para conversar y compartir historias que hoy tiene como invitado a un eminente doctor, como diríamos en buen cubano, una institución de la terapia intensiva en Cuba: el doctor Armando Caballero López.
Samuel: Pero hay más de un caballero aquí con nosotros hoy. Papá e hijo. Bienvenidos.
Dr. Armando Caballero: Muchas gracias
Dr. Armando David Caballero: Gracias
Samuel: Doctor Armando Caballero López, ¿la medicina fue una inclinación temprana, hubo inspiración familiar o llegó por otras vías?
Dr. Armando Caballero: Nunca he pensado en que me hagan esa pregunta. Yo soy de origen campesino, nací poblado de Seibabo, aquí cerca de Santa Clara. Para Santa Clara vine de cinco años. Y desde que vine, mi abuelo me regaló un libro de cómo tener salud, que le costó cinco pesos. Yo desde chiquito lo leía, pero no entendía nada. Me gustaba la pelota, la medicina. Mi mamá empezó a trabajar como enfermera. Mi mamá empezó a trabajar en un hospital, mi papá también, pero de portero. Éramos parientes, como se decía en aquella época, del doctor Artiles, uno de los médicos mejores que tenía Santa Clara.
Dr. Armando Caballero: Aquí mandaron un grupo de profesores de La Habana para abrir la Escuela de Medicina aquí en tercer año, en el año 67. Y los mandaron para que prepararan a los especialistas que había aquí de Medicina Interna. Estaban Artiles, González Rubio, Díaz Alba, gente que vale la pena mencionar, porque son gente que fueron clínicos eminentes aquí en Santa Clara. Yo empecé en La Habana y terminé aquí. Y después de aquí me mandaron a Francia, y en Francia fue que estudié terapia intensiva. Estuve un año y pico en París.

Samuel: Doctor, porque antes de la terapia intensiva usted fue anestesiólogo y lo sigue siendo, por supuesto. Usted lo ha dicho en otras entrevistas. ¿Fue una elección hecha a partir de la necesidad porque el país no disponía de muchos especialistas? Con el paso de los años, ¿está usted satisfecho con esa formación? ¿Cómo fue el salto a la terapia intensiva? ¿Y qué le cautivó de esa especialidad?
Dr. Armando Caballero: Voy a explicar y para eso tengo que hacer una anécdota breve. Yo era el presidente de la FEU de la Escuela de Medicina. Y estaba lo que se decían especialidades anémicas, porque nadie las quería hacer. Los estudiantes de medicina de aquella época, de los años 67, 68, 69, les gustaba la medicina interna, la cardiología, ser cirujano. Nadie quería ser patólogo, nadie quería ser de laboratorio, nadie quería ser anestesiólogo.
Samuel: Y todas son necesarias...
Dr. Armando Caballero: Sí, claro que sí. La Revolución se preocupa rápidamente por formar médicos porque había una campaña de los norteamericanos de llevarse los médicos de aquí. Por ejemplo, aquí quedaban en la antigua provincia de Las Villas 16 anestesiólogos y 15 tenían pedido de salir del país. De la provincia de Las Villas, lo que son las tres provincias centrales ahora. Y la Revolución tuvo que decir, no, no se pueden ir. Sencillamente, porque tú no puedes poner en peligro la vida de un pueblo. No había relevo en ese momento. Y cuando se ponían un poco bravos y molestos, los mandaban para agricultura. Era así. Y no había protesta. No que no hubiera protesta, no trascendía aquello. Pero se empezó ya a hablar, sobre todo guiado por los americanos, que aquí tenían una dictadura, y se dio una orden de que había que buscar entre los médicos jóvenes el relevo a esos médicos.
Dr. Armando Caballero: Lo primero que se hizo fue que se citó una reunión al curso anterior a mí. Yo estaba en quinto año. En esa reunión, que se hizo en Salud Pública Provincial, vino Mario Escalona, que fue el viceministro de Salud Pública; el doctor Figueredo, que fue director provincial de Salud Pública aquí. Y bueno, estaba Diego Covero, que fue el decano de la Facultad de Medicina aquí. Estaba Serafín Ruiz de Zárate, que era el secretario del Partido de un núcleo especial que había entre los hospitales. Allí hablaron y explicaron la importancia que tenía para la Revolución que los médicos escogieran estas especialidades. Esas y otras que la gente no quería. Y se explicó todo con la idea de que cuando terminaran de hablar y preguntaran que levanten la mano lo que han dispuesto a eso, todo el mundo iba a levantar la mano. Nadie levantó la mano.
Samuel: ¿Y cuántos alumnos estaban ahí presente?
Dr. Armando Caballero: Cerca de 100. Nadie levantó la mano. Al otro día, Arnaldo Milián Castro citó a una reunión a Serafín Ruiz de Zárate, por el Partido, al decano de la Facultad de Medicina, a mí, como Presidente de la FEU. Nunca he estado en una reunión que me hayan dicho tantas cosas, como ese día. A Serafín y a Diego, el decano, que eran gente ranqueada, como se dice públicamente, Milián les dijo: parece mentira que ustedes no sean capaces de convencer. Y a mí me miró y me dijo: ¿y usted qué año está? Yo estoy en quinto año, respondí. Me dijo: yo creo que usted haya oído todo aquí y esté claro de lo que tiene que hacer cuando pase para sexto.
Samuel: Y lo hizo.
Dr. Armando Caballero: Como no lo voy a hacer. Pero bueno, viene la otra parte, se hizo un plan y se empezó a llevar a la gente a La Habana, del curso, para que vieran cómo era la anestesia en La Habana. Pensando nosotros que allá era mejor. O pensando los que nos dirigían, que allá era mejor. Que allá la especialidad tenía prestigio.
Samuel: ¿Y no fue así?
Dr. Armando Caballero: No. La gente fue a La Habana, pero fue a La Habana a tomar helado en Coppelia, que estaba recién abierto. Y bueno, y vinieron para acá. Y llegó el día de hacer la reunión con el curso nosotros. Tienen unos papelitos para que tú pidieras la especialidad que tú querías, el 1, el 2, el 3. Nadie puso anestesia. Yo tampoco. Pero entonces yo recibí una instrucción de la juventud provincial, que tenía que sentar a todos los militantes de la juventud comunista, en una reunión.
Samuel: ¿Y qué hicieron los muchachos?
Dr. Armando Caballero: Bueno, lo primero que hice fui yo que le dije al segundo secretario mío, yo voy para ahí a poner que quiero anestesia. Y pues fue así.
Samuel: ¿Y quiénes fueron sus profesores en esa especialidad, en la formación?
Dr. Armando Caballero: El profesor de nosotros, del grupo, fue el doctor Arturo Escamilla Bringas. Y fue quien nos enseñó a entubar, a hacer una raquídea, a hacer un grupo de cosas. Y así nos fuimos preparando. Después cada uno de nosotros cogió un rumbo diferente.

Samuel: ¿Y cómo llega la terapia intensiva, doctor?
Dr. Armando Caballero: A la terapia intensiva llego porque pasan otras cosas.Yo empecé a trabajar y me convocan para participar en la colaboración con Tropas Guardafronteras. Y después también me empiezan a llamar para que empiece a participar en la seguridad personal del Comandante en Jefe. Yo me unía cuando él venía a cazar yaguasas aquí. De ahí hay muchos cuentos.
Dr. Armando Caballero: Voy a hacer un cuento aquí, que es interesante. Fidel siempre llevaba invitados. Cuando llevaba de invitado a Pedro Miret, yo sabía que el almuerzo iba a ser tarde.
Samuel: ¿Por qué?
Dr. Armando Caballero: ¿Por qué? Porque Pedro Miret era un tremendo tirador. Y Fidel no quería irse mientras él no tuviera tantas como Pedro Miret. O más. Entonces, nos cogía a las tres de la tarde para almorzar. Y después un día Fidel, a las 10 y pico de la mañana, ya tenía una pila de yaguasas. Y ese día el cocinero nos había dicho temprano, cuando estábamos desayunando, hoy le voy a hacer al comandante la comida que a él le gusta, el puerco ahogado. Yo estaba loco por comer eso. Pero ese día él llevó a Pedro Miret. Fuimos a la zona de caza y empezaron a cazar. Y a las 10 y pico de la mañana Fidel tenía más yaguasas que Pedro Miret. Y dijo inmediatamente, nos vamos.
(Risas)
Samuel: Porque si se demora quizás, Pedro lo sobrepasaba.
Samuel: Doctor, se dice que la severidad y el rigor lo distinguen en su práctica como médico y al frente del servicio de terapia intensiva del Hospital “Arnaldo Milián Castro”. ¿Es así?
Dr. Armando Caballero: Riguroso sí, severo no. Riguroso sí, porque sin disciplina...Hay que trabajar con los conceptos, tener claro los conceptos, de cómo vivo, cómo actúo, cómo hago las cosas. Y por ejemplo, la terapia intensiva, que no tenga disciplina, no puede haber calidad. Para que haya disciplina, tiene que haber rigor. Por eso digo que riguroso sí se tiene que ser. Pero, por ejemplo, yo, es difícil que sancione a un trabajador mío sin antes hablar con él, a veces hasta el cansancio, tratando de convencerlo de que las cosas no son así. Trato como filosofía de no hacer daño a nadie.
Samuel: ¿Y le ha dado buenos resultados?
Dr. Armando Caballero: Sí, yo creo que sí. Yo sé que hay una cosa que dicen los mexicanos, dicen que no soy monedita de oro para caer bien a todos. Yo sé que yo no le caigo bien a todo el mundo. Porque quien tiene una responsabilidad, en un momento determinado, tiene que llamar la atención a alguien. Con razón o sin razón. Pero tú, cuando se la llames, es porque crees que tiene razón. Porque yo, si creo que no la tengo, no le llamo la atención. Eso no lo hago yo. Pero puede ser que alguna vez, como ser humano que soy, cometa un error y llame la atención a alguien, con algo que no tenía que haberlo hecho. Y puedo entenderlo posteriormente.
Samuel: ¿Y se disculpa?
Dr. Armando Caballero: Sí, me disculpo. No tengo problema en virar para atrás una decisión mía. Eso me enorgullece.

Samuel: Doctor, su libro sobre la especialidad de terapia intensiva es referente en la medicina cubana y también a nivel internacional. ¿Cómo fue enrolarse en ese proyecto profesional que le ha proporcionado, tras varias ediciones, cientos, miles de lectores en Cuba y el mundo?
Dr. Armando Caballero: Cuando empecé en anestesia, yo me puse a escribir unas conferencias. Las tiramos y la repartimos entre los residentes y eso. Pero después se creó en el año 1985 la Comisión Nacional de Cuidados Intensivos y se decidió crear cinco unidades docentes en Cuba para enseñar la terapia intensiva a médicos que les gustaba esa especialidad.
Samuel: Una de las primeras, o la primera, fue aquí en el Hospital Celestino Hernández.
Dr. Armando Caballero: La segunda del país. La segunda. La primera fue en el Calixto García de La Habana, el 25 de septiembre de 1972. Y la de aquí se inauguró el 8 de mayo de 1973. Y entonces ahí nombraron a un grupo de docentes para dar esos cursos. Y esa Comisión Nacional la presidía el doctor José Antonio Negrín, que fue el que inauguró la terapia intensiva de Santa Clara como jefe de servicio. Pero ya estaba trabajando en el Hospital Hermanos Ameijeiras que estaba recién inaugurado. Esa comisión siempre tuvo una madrina muy importante, que es una sobrina de Fidel, Tania Fraga.
Dr. Armando Caballero: Tania Fraga nos organizaba a nosotros, que nos reuniéramos cada seis meses. Y ahí se hizo eso. Te digo cómo sale el libro: yo que había hecho todas las conferencias aquellas y las había tirado, la gente a veces las buscaba de una provincia para otra, se me ocurre a mí hacer una propuesta y propongo hacer un libro de terapia intensiva entre todos los compañeros que están aquí. Se lo propongo a Negrín. Negrín me da una respuesta. Me dice, Caballero, ya yo estoy haciendo un libro aquí en La Habana. Tu propuesta llegó tarde.
Dr. Armando Caballero: Y a mí aquello me llegó al alma. No porque yo quería hacer el libro. Yo quería que el libro lo hiciéramos entre todos.
Samuel: Sin embargo, ellos no contaron con usted.
Dr. Armando Caballero: No, nada.
Dr. Armando Caballero: Entonces, tú sabes cómo son los santiagueros. Aunque Héctor Hernández, que era jefe de Santiago, no es santiaguero, es matancero, pero desde que se graduó lo mandaron para Santiago y allá ha estado toda la vida. Y entonces Héctor, cuando en el receso de una de esas reuniones, vino hasta ahí y me dijo, oye, vamos a hacer el libro entre Santa Clara y Santiago. Ese es el primer libro de terapia intensiva que se hace, que salió publicado en el año 89 y cogió el Premio de la Academia de Ciencias y el libro sale con los nombres míos y de Héctor.
Samuel: O sea que el libro de ustedes sale primero que el que se estaba haciendo en La Habana.
Dr. Armando Caballero: El de La Habana se quedó en el camino.
Dr. Armando Caballero: Después hicimos otro que cogió el Gran Premio Anual de Salud. Y el último que hicimos ahora, no se ha impreso, porque son 14 tomos, pero está publicado digitalmente. Tiene cerca de 197 capítulos y tiene como 170 autores. Pero tiene más de 20 autores extranjeros de todos los continentes.
Samuel: ¿Se utilizan en nuestras universidades de ciencias médicas?
Dr. Armando Caballero: Sí, en todas.

Samuel: Doctor, ¿cómo asume la muerte un resultado no esperado, no deseado, pero que a veces simplemente sucede en una profesión como la medicina?
Dr. Armando Caballero: Nunca te acostumbras a eso. Y sobre todo, duele mucho ver a una persona joven que tú no puedes hacer nada por ella, que tú te fajes ahí, como se dice vulgarmente, por tratar de salvarle la vida y que cada día esté peor. Hasta que un día se muere. Eso te duele. Eso es imposible de echar a un lado. Y eso nos pasa creo que a todos.
Samuel: ¿Hay casos que lo marcan más que otros o todo por igual?
Dr. Armando Caballero: Sí, sí, sí. Yo tuve un caso, por ejemplo, de una muchachita de Falcón que llegó un día con convulsiones al servicio de nosotros. Era abogada. Y la trajeron convulsionando. Sin antecedentes de nada. Nunca tuvo convulsiones.Nació bien, sin problemas, al parto. Nunca tuvo nada que fuera una causa de convulsiones. Y empezó a convulsionar, convulsionar, convulsionar, convulsionar. Y nosotros empezamos a poner lo que le poníamos a los casos esos que hacen convulsiones, pero en ese caso no resolvía. Hubo que entubarla, ventilarla, hicimos de todo. Y empezamos a hacer varias discusiones colectivas. Nosotros hacemos eso con frecuencia. Cuando hay un caso difícil que no sabemos bien lo que tiene, buscamos ayuda.
Dr. Armando Caballero: En eso recibo un correo de un médico de aquí, que se había ido del país. Y estaba por Colombia. Era un neurólogo. Me escribió para un pariente que tenía aquí ingresado. Se llama Andrade, el médico ese. Y entonces yo aprovecho que me escribió Andrade, que era un buen neurólogo, y le comento el caso. Y Andrade me dice, yo pasé un curso desde aquí de Colombia en Universidad de Yale en los Estados Unidos. Y ahí, el curso era de una enfermedad nueva que se llama NORSE. Y yo no sé qué quiere decir eso. Él me dice, eso quiere decir New Onset Refractary Status Epileptic (En español: estado epiléptico refractario de inicio reciente). Es un nuevo estatus epiléptico descrito en Singapur en el 2005, que no tiene causa, no se conoce la causa, y no se conoce la terapia.
Dr. Armando Caballero: Yo me enteraba con el correo de él. Yo no sabía nada de eso. Porque esa es la otra cosa. Nadie lo sabe todo. Por eso es que hay que estar preparado siempre: para saber lo que tú no sabes y para buscar cómo saberlo.
Samuel: ¿Y falleció esa muchacha?.
Dr. Armando Caballero: Entonces, Andrade me dice, escríbele a la directora del Instituto NORSE, que es una mujer coreana, millonaria en los Estados Unidos, neurocirujana, pero que tiene un hijo que le dio esa enfermedad. Y esa mujer creó un instituto, adscrito en la Universidad de Yale, en Estados Unidos. Pero es una gente muy humana, muy buena. Y emplea su dinero para buscar, hacer investigaciones, para buscar las causas de esa enfermedad. «Escríbele que ella, de todas maneras, te puede ayudar de alguna manera, aunque sea dando información». Eso me dijo Andrade. Y yo le escribí, efectivamente. Me mandó para acá un grupo de medicamentos que aquí nunca habían usado para la epilepsia. Me mandó el protocolo de investigación que ellos tienen en Yale. Ahí me dejaron loco porque entonces era una cantidad de anticuerpos, que ellos determinaban, que yo no podía determinarlo aquí y que son costosísimos. Y me mandó los medicamentos. Yo le puse todos los medicamentos que ella me dijo. Y la muchacha seguía convulsionando hasta que se murió a los 28 días sin dejar de convulsionar. Eso dejó hondo dolor ahí, en todos nosotros. Aquella muchachita que todo el mundo le cogió cariño. Después nosotros hemos tenido dos casos más de eso. A esos dos casos lo hemos salvado. Y voy a decir otra anécdota aquí que vale la pena decirla.
Dr. Armando Caballero: Yo me puse tan mal con eso que yo no quería saber nada de esa enfermedad, pero me traen otra que vino de Caibarién y la mandan para acá como si tuviera un problema psiquiátrico. Estando en el psiquiátrico, la gente ahí deciden pedir una interconsulta con los neurólogos. Los neurólogos van allá y le dicen que no, que eso no es ningún problema psiquiátrico, que eso es un problema que tiene convulsiones. Y la traen para acá ya que los estratos convulsivos los ingresamos nosotros y empezamos a trabajar con ella también. En el año 14 fue la de Falcón. Y esta fue en el 17, 18 por ahí. Y después de unos cuantos días ahí, nosotros nos damos cuenta que eso puede ser un NORSE también.
Dr. Armando Caballero: Entonces, yo le escribo otra vez a la doctora Nora Wong, que es la directora del Instituto Norse, pidiéndole que me ayudara con lo mismo de la otra vez. Ella me escribe y me dice que no me puede mandar los medicamentos que mandó otra vez, porque la institución de ella no es para resolver problemas que otras personas no puedan resolver económicamente. Que no puede mandarme eso. Pero me dice: tenemos nuevas investigaciones, por ejemplo, ya hemos descubierto que hay una enfermedad autoinmune. Y ya hemos descubierto... y me habla de otras cosas nuevas que ellos están haciendo. O sea, yo fui un bruto al decir que no leía más de eso. Tenía que haber leído más. Evidentemente, tuve una equivocación ahí.
Dr. Armando Caballero: Y cuando vi que era autoinmune, empezamos a poner, metilprednisolona, a poner otros medicamentos que hay aquí y a hacer plasmaféresis. Y con eso salvamos a Leidy Laura.
Dr. Armando Caballero: Y el cuento final es el tercer caso, de una muñeca de Encrucijada que está haciendo veterinaria. Todas son mujeres. Y jóvenes, jóvenes todas. Ella parece que tuvo, eso no lo pudimos comprobar nunca, pero parece que le dio una gripe, que posiblemente fue un COVID. Y empezó también con convulsiones. Pero ya aquí, ya teníamos un poco más de experiencia y empezamos a tratarla y resolvimos el problema.

Samuel: Doctor, usted hablaba de la COVID hace unos minutos. ¿Es cierto que durante la COVID en Santa Clara, en el hospital, le dicen a usted, como una persona de la tercera edad para protegerlo, que vaya a su casa para que no asuma riesgos. Y esa misma noche lo llama el ministro de salud y le pide todo lo contrario, que usted pase a formar parte o a dirigir al grupo de expertos que en la provincia atendía a los pacientes con COVID? ¿Es así?
Dr. Armando Caballero: Es así.
Samuel: ¿Presidió usted ese grupo de expertos?
Dr. Armando Caballero: Sí, yo presidí ese grupo dos años.
Samuel: ¿Y su director qué le dijo?
Dr. Armando Caballero: ¿Qué me va a decir? Eso lo dijo el ministro por orden de Raúl Castro. Pero el ministro me alertó bien. A ti no te puede dar la COVID. Tú no puedes entrar ahí a ver los casos. Y tienes que protegerte.
Samuel: Uno de los casos más conocidos, indudablemente, en el hospital militar es el de la enfermera Yaquelín Collado. ¿Usted la atendió?
Dr. Armando Caballero: Sí, cómo no. Yaquelín. Vale un millón de pesos el cuento de Yaquelín.
Samuel: Nosotros no le podemos pagar ese dinero porque sus conocimientos no los podemos pagar. Pero nos gustaría conocer esa historia
Dr. Armando Caballero: Yaquelín estuvo ahí, hizo una infección, después de la COVID asociada con una neumonía muy grande.Yo no sé los detalles de cómo fue que ella cogió COVID y hubo cierto descuido. El diagnóstico fue un poco tardío y cuando llegó al hospital ya llegó en malas condiciones. Y cuando le hicimos la primera tomografía empezamos a ver ya que había ciertas manifestaciones de que había una COVID avanzada y después tuvimos que decidir tomar un grupo de medidas terapéuticas pero que no logró resolver el problema. La segunda tomografía lucía mucho peor y se planteó la probabilidad que tuviera un trombo. Y aquí voy a hacer otro cuentecito que vale la pena porque no son cosas de todos los días.
Dr. Armando Caballero: Aquí se había comprado un equipo, el país lo había comprado para el Cardiocentro, un tomógrafo de 120 cortes. Ese es un equipo multicorte o sea que te hace 128 cortes en un segundo. Permite un diagnóstico más profundo y estaba ahí en el Cardiocentro, estaba ahí y está todavía está y con él salvamos una pila de vidas.
Dr. Armando Caballero: ¿Cuántas vidas salvamos, Armandito?
Dr. Armando David Caballero: Ha ayudado mucho porque permite hacer diagnóstico de microtrombos a través de reconstrucciones que permite hacer el equipo por la cantidad de cortes que puede hacer. Que con otros equipos no se podían ver. Y en el caso de Yaquelín fue el que permitió darse cuenta. Era un equipo que llevaba 10 años acá tenía esas bondades donde se podía hacer diagnóstico que de otra forma solo lo podía sospechar, pero no demostrarlo. Y eso después a la larga fue una de las teorías fundamentales de por qué el COVID causaba muerte, por la trombosis secundaria que originaba.
Samuel: Armandito Caballero, usted es el jefe de la sala de terapia intensiva del hospital Arnaldo Milián. Y el jefe del servicio es papá, ¿es así?
Dr. Armando David Caballero: Era así.
Samuel: Era así, ¿ya no?
Dr. Armando David Caballero: El COVID fue el que cambió eso. Mi papá era el jefe del servicio. El servicio se le llama la sala de terapia intensiva. Y al pasar a ser el jefe del grupo de expertos del Hospital Militar...
Samuel: Usted asume...
Dr. Armando David Caballero: Yo asumo sin nombramiento, pero bueno, asumimos la dirección de los compañeros que nos quedábamos acá porque una parte iba pasando por zona roja y otra se quedaba acá. Y atendíamos también los casos que después pasaban cuando se negativizaba el PCR. Y después, bueno, ya sí empecé con nombramiento al frente del servicio de terapia intensiva del hospital.
Samuel: ¿Algún encontronazo profesional entre padre e hijo?
Dr. Armando David Caballero: Nunca, nunca.
Samuel: Profesional, quiero decir. ¿Casos que difieren el criterio?
Dr. Armando Caballero: Discusiones hay muchas, pero estamos acostumbrados a ponernos de acuerdo. Me enseñaron una vez que los médicos podemos discrepar. Y hace falta que discrepen. Y hacen falta segundas opiniones. Y nadie puede creerse que él tiene toda la verdad.
Samuel: Pero yo he escuchado decir que un médico te salva, dos te matan. No sé si esa es la verdad.
Dr. Armando Caballero: Eso es verdad. El que ve a un médico y después quiere ver, comprobar, él, déjame ver a este otro que dice, cuando viene a ver acaba loco.
Dr. Armando David Caballero: Cuando es por separado pasa eso. Cuando se trabaja en equipo es todo lo contrario.
Dr. Armando Caballero: Todo lo contrario. Y entonces son las segundas opiniones. La segunda opinión y la tercera opinión es una práctica universal hoy en día en el mundo desarrollado. Porque eso da calidad. Nosotros lo aplicamos sistemáticamente. Y constantemente estamos discutiendo casos. Casos difíciles como es lógico.

Samuel: Yo he escuchado decir que en el servicio de terapia intensiva de Santa Clara el acompañante está las 24 horas y en otros servicios no es así. ¿Qué importancia, por qué lo hacen?
Dr. Armando David Caballero: Eso surgió a partir de experiencias personales. Cuando mi papá sufrió un infarto en Angola y tuvo que venir evacuado, no dio tiempo a que llegara aquí a Santa Clara y tuvo que entrar al Instituto de Cardiología en La Habana. Y ahí no hay acompañante. Pero como éramos médicos, mi mamá, mi hermano y yo, nos dejaban pasar cada cierto momento. Pero no está permitido el acompañante. Incluso en un momento ya nos dijeron que no pasáramos más para que los pacientes pudieran descansar, etc. Y eso no fue una buena experiencia para el paciente. Porque dentro de la sala pueden pasar otras cosas: hacer el cuento, tener una necesidad del paciente y no tener a nadie cercano, etc. Y eso nos motivó a nosotros, a partir también de algunas experiencias cuando teníamos un familiar grave, porque generalmente el médico o el enfermero que tuviera su familiar no salía del servicio el tiempo que su familiar estuviera ingresado.
Dr. Armando David Caballero: Y en aquel entonces yo era jefe de servicio de terapia intermedia y mi papá era de terapia intensiva y nos pusimos de acuerdo porque vimos que aquello era bueno y comenzamos a poner el acompañante permanente con tres cambios de turno. Pero que siempre el familiar tuviera una función. Una función que a veces, por el déficit de enfermeros que hay, se trata de prostituir un poco. Porque la función del acompañante en nuestro servicio solamente es de apoyo psicológico o emocional. Es decir, el paciente que sabe que está grave, que sabe que a su lado hay personas graves que pueden morir, que hay ruido porque hay pitos de equipo, de monitores, que las luces están encendidas todo el tiempo, es decir, que hay muchos factores estresantes, es bueno que sepan que a su lado hay alguien que conoce, hay alguien querido que le puede apretar la mano. No es para que bote la orina, ni es para que lo bañe, ni es para que le dé alimento. Es simplemente para eso. Y eso nos ha dado buenos resultados. Y eso también es la moral más grande. Hay personas que llegan tarde al cambio y cuando no se dejan pasar se molestan. Y es lo primero que uno le dice. Y usted no sabe que la mayoría de las terapias no tienen acompañante.
Samuel: Y es la única en Cuba donde se permite, que ustedes sepan.
Dr. Armando David Caballero: En otros lugares se hace indistintamente. Hay algunas que no tienen nunca y otras que lo tienen en determinado horario. Hay algunos médicos que esgrimen que el acompañante entorpece el pase de visita. En horario de la mañana, digamos, salen temprano y después no entran hasta después de las 12 o las 1. Pero entre nosotros está todo el tiempo. Lo que pasa es que, por ejemplo, como es una terapia intensiva, no se puede comer ahí dentro, ni hay espacios creados para eso, ni hay donde bañarse el acompañante. Por eso es que hay tres horarios porque usted puede salir cuando usted desee, pero entrar solo en los horarios establecidos para que haya una disciplina, porque si no, un contante entra y sale que en la sala de terapia tampoco es bueno.
Dr. Armando Caballero López: Esto tiene otra historia que quiero mencionar brevemente y es que estando recién creada la Comisión Nacional de Cuidado Intensivo, se recibió aquí una visita del presidente de la Federación Mundial de Intensivistas, que era un español. Y ese hombre invitó a una psicóloga cubana a ir a su unidad de terapia intensiva en la unidad de Puertas del Hierro, en Madrid. Y esa fue la que trajo a Cuba la propuesta de los acompañantes de terapia intensiva. Pero trajo más. Trajo también que allá Ernesto de la Torre, que es como se llamaba el español, tenía un grupo de psicólogos, tenía acompañantes de 24 horas, y además trabajaban con la gente que pedía hacer terapia intensiva. Y le hacían unos test psicológicos, eran 25 test psicológicos, para determinar si tenían condiciones psicológicas para trabajar en terapia intensiva y sufrir. Cómo enfrentar la muerte, cómo enfrentar la derrota, eso que les había hablado del concepto de derrota, cuando no puedes salvar a un paciente. Y entonces lo trajo acá a la Comisión Nacional y se armó un sal pa afuera. Unos querían, otros no. ¿Qué era eso de un psicólogo metido en terapia intensiva y de acompañantes y eso, ¿no? Y entonces, se buscó una salida salomónica a eso: que levanten la mano los que están de acuerdo en probar esto, del acompañante y estas cosas. Y levanten la mano que no, los que no están de acuerdo. Yo levanté la mano de los que estaban de acuerdo. Digo, yo quiero probar eso. Si no, ya diré después que no estoy de acuerdo. No quiero decirlo sin probarlo. Y entonces escogí eso.
Dr. Armando Caballero: ¿Cosas que me llevó eso? Rápidamente supe que tenía que ser inflexible, fíjate la palabra, para cumplir el reglamento que eso implica. Por ejemplo, mi mamá, llegó un día tarde a la sala mía, cuando estaba aquí en el Celestino Hernández. Mi papá estaba ingresado ahí. Me dijo mil cosas. Puedes decir lo que tú quieras, pero tú tenías que haber llegado temprano. ¿Cómo tú me vas a desprestigiar a mí aquí? ¿Con qué cara voy a decir yo a otro que no puede entrar? Y no entró. Y entonces eso me da moral a mí….
Dr. Armando Caballero: Pero me pasó otra cosa. Una vez llegó Arnaldo Milián Castro. Tenía un hermano ingresado en el Hospital Celestino Hernández.
Dr. Armando David Caballero: Cuando no había acompañante.
Dr. Armando Caballero: Sí, cuando no había acompañante, sí.
Samuel: El horario de visita en esa sala era corriendo la cortina, las personas en el pasillo mirando al paciente.
Dr. Armando Caballero: Entonces Milián llegó ahí, ya nos conocíamos desde cuando yo me hice anestesista y eso. Y el hermano estaba en la cama uno, ahí pegadito al baño y le quería decir algo, pero Milián no oía nada. ¿No puedo bajar un momentito y hablar con él?, preguntó. Y el director, ¿cómo no? Y yo puse los ojos de tamaño porque estaba prohibido. Y Milián se dio cuenta.
Samuel: ¿Y no entró?
Dr. Armando Caballero: No. Le dijo a Pedro, que era el director del hospital. Pedro, cuando pongas una ley, ponla para que se cumpla y si no, no la pongas, quítala. Eso no se me olvida nunca.
Dr. Armando Caballero: Después tenía yo bronca aquí con Arturo, Arturo el Obispo. Porque Arturo iba mucho allá a la sala, cuando aquello del Obispo era Prego. Y Prego ingresó varias veces ahí por un problema respiratorio, porque él fumaba mucho. Y entonces Arturo quería entrar a darle servicios religiosos a Prego. Y yo tenía orientado que eso no se podía hacer. Porque ahí venían los santeros a querer meter brujería y gallinas prietas y tiras coloradas y diablos, todos querían hacerlo ahí. Entonces, si eso no se podía hacer, yo tenía que decir que no. Arturo era el cura de mi mamá. Mi mamá me metió una descarga a mí, que era peor que Arturo. Entonces yo ahora tengo más confianza con él y le digo, Arturo, antes, cuando tú no eras Obispo, coño, tú venías aquí todos los días, y ahora, después que eres Obispo, tú no vienes nunca aquí ya. Ahora que ya autorizaron eso, tú no vienes nunca.
Dr. Armando Caballero: ¿Cómo resolví la entrada de los religiosos? ¿Qué pasó? Cuando la gente llega tarde ahí, todo el mundo tiene un cuento.
Samuel: Una justificación.
Dr. Armando Caballero: Sí, justificación para todo. ¿Pero qué tengo yo que ver con eso?
Samuel: ¿Y cómo lo asumen ustedes?
Dr. Armando Caballero: No, no, decimos que no. Nosotros hicimos eso de una manera tal que lo tratamos de hacer inteligentemente. Como te dijo Armandito ahorita, ahí no pueden almorzar, ni comer porque nosotros no tenemos comida para darles. Pero ¿qué hicimos nosotros? La hora de entrada es de doce y media a una. Si usted quiere ir, usted tiene que ir almorzado. La hora de por la tarde o por la noche es siete y media a ocho. Usted tiene que ir comido. Y la hora de entrada de la mañana es seis y media a siete. Usted tiene que ir desayunado. Ahora, nosotros dejamos otra regla. Usted se puede ir de aquí a la hora que usted quiera. Pero no puede entrar a la hora que usted quiera. Porque yo tengo que encontrar una enfermera que le explique lo que usted puede hacer y lo que no puede hacer. Y yo no tengo trabajadores para hacer eso. Eso es inflexible.

Samuel: Doctor Armando Caballero López, hay cansancio en usted tras tantos años de servicio a la salud pública cubana. ¿Ha pensado en retirarse? ¿En dejar la medicina?
Dr. Armando Caballero: No. A mí me gusta la terapia intensiva. Me gusta lo que hago. Soy feliz haciendo lo que hago. Hace poco, un director que yo tuve, el doctor Monteagudo, me llamó y me dijo: yo quisiera ayudarte porque usted lleva muchos años trabajando, pero no puedo ayudarte, no tengo nada para ayudarte, pero tengo una idea. Tengo que decir que yo había renunciado a ser el presidente del Comité Académico de la Formación de Intensivistas por un problema de que el Ministerio de Salud hizo un programa nuevo y nos puso a un grupo de nosotros que éramos miembros del Grupo Nacional de la Especialidad como autores de ese programa. Y nosotros no sabíamos nada de eso. Nos pusimos bravos. Nos molestamos. Y yo lo vi con Popi, el jefe nacional de eso. Y Popi no hizo nada. Y me puse bravo y renuncié. Entonces Monteagudo me llamó y me dijo hace falta, desde que tú te fuiste esto aquí ha cambiado mucho, que tú te jubiles, que des paso a Armandito que es joven y que tú te vuelvas a ocupar de la docencia que hace falta rescatarla. En esas circunstancias yo accedí efectivamente. Ahora gano más.
Samuel: Más tranquilo, gana más.
Dr. Armando Caballero: Sí. Y entonces me han dado más tareas.No es que trabajo menos. Me nombraron también Coordinador de la Línea de Investigación de Atención a Grave del Comité Doctoral de la Universidad. Me nombraron miembro de la Academia de Ciencias. Me nombraron en la Subcomisión de Biomedicina de la Academia de Ciencias.
Samuel: Doctor, usted y su esposa fundaron una familia que ha dado y está dando mucho a la salud pública villaclareña. Uno de sus hijos, Armandito, ya lo hemos escuchado, está con nosotros. Cuéntenos de la familia. Ya nos ha hablado algo, ¿no? Sabemos que tiene otro hijo que está cumpliendo misión. ¿Intensivista también?
Dr. Armando Caballero: Sí, intensivista. Los tres intensivistas. Yo vivo feliz con mi familia. Nos costó trabajo. Tener una familia siempre es una cosa digna y agradable. Formar la familia y hacer que avance por buenos caminos hay que hacerlo con trabajo y con dedicación. Yo, por ejemplo, soy feliz al saber que mis dos hijos están en Cuba. Ninguno me ha planteado nunca que se quiera ir de país. Y yo les digo, ni me lo planteé, que no se te ocurra. Yo lo que quiero es que tú estés para mí cuando me haga falta. Como yo siempre estuve para ti cuando a ti te hizo falta. Es lo que creo.
Samuel: ¿Cómo es un día del doctor Armando Caballero López en su casa, con su familia?
Dr. Armando Caballero: Ahora tengo un poco más de libertades. Pero yo siempre he tenido libertades. Tengo que decir que no tengo mucho problema con eso. Yo me levanto todas las mañanas a las seis de la mañana. Me levanto, no, me despierto. Y pongo Patria.
Samuel: Qué bien.
Dr. Armando Caballero: Hay que estar bien informado. Hasta que sale el deporte, que me gusta. Si Villa Clara perdió, ya apago ya y me levanto. Entonces hay bronca en la casa porque la gente quiere ver novelas y yo quiero ver la pelota y toda esa cosa. Pero bueno, eso son cosas normales. Pero bueno, hago eso y ya me preparo, hago las pruebas de la glicemia, soy diabético, me toman la presión. Y con la misma voy para el hospital. Voy para la entrega de guardia. Me siento con Armandito y voy a la entrada de guardia a ver toda la discusión de los casos. Si hay algún caso que discutir, me quedo también ahí. Y después voy y hago algo de doctorado con los doctorandos que tengo que atender. Estoy buscando también constantemente incorporar a los residentes de nosotros a cuestiones de la inteligencia artificial en contacto con la Universidad Central de las Villas. Armandito está incorporado a la inteligencia artificial ya. Jorge está incorporado a la inteligencia artificial. Jorge está en Catar ya casi está terminando el doctorado. O sea que lo grato es que la familia haga todo eso. Y van bien, ellos van por buen camino. Y yo estoy contento con ello.
Samuel: Doctor, ¿qué representa Santa Clara para usted, adonde llegó a los 5 años según me dijo?
Dr. Armando Caballero: Sí, yo llego a los 5 años. Pero la primera vez que salí de Cuba tengo un recuerdo imborrable. Yo fui al X Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en Berlín. Y estuve 3 meses dando vueltas por ahí y por ahí. Después fue a Checoslovaquia, a la Unión soviética, y todas esas cosas. Y cuando vine, y vine en una guagua, entramos por la Central, por ahí por la clínica de Marta Abreu, y yo vi a mi tierra, Santa Clara. Sentí una sensación de alegría tan grande que es imborrable eso. Yo quiero estar en Santa Clara. Porque me siento santaclareño, me siento pilongo. Nunca he querido irme de aquí.

Samuel: Se me ocurre, para terminar, si ustedes lo desean. ¿Qué le dice papá al hijo? ¿Qué le dice el hijo a papá?
Dr. Armando Caballero: Vamos a empezar con el muchacho primero.
Samuel: ¿Qué le dices hoy a papá?
Dr. Armando Caballero: Yo siempre digo que tengo que agradecer mucho la educación de mi padre y que todos los días nos enseña también. Nosotros en el servicio de terapia la presencia de él en la entrega de guardia siempre nos impulsa a tratar de ser mejores cada día. Buscar lo mejor para nuestros pacientes. No conformarnos con el no hay o no se puede o es difícil. Esa enseñanza es cotidiana. Entonces el agradecimiento eterno siempre a toda la enseñanza porque te prepara para la vida también. No solo para el trabajo, sino para para lo que uno tiene que enfrentar cada día que no es fácil pero no es imposible. Y esa enseñanza hay que agradecerla siempre.
Samuel: Y papá, ¿qué le dice al hijo?
Dr. Armando Caballero: Yo tengo que decirle que yo también estoy orgulloso de mis hijos. Tengo mucho orgullo de mis hijos. Y voy a estar más orgulloso cuando los dos sean doctores en ciencia que falta poco.
Samuel: Muchísimas gracias a usted doctor Armando Caballero López, Armandito Caballero. Gracias a ustedes por haber aceptado la invitación para estar aquí en “A dos voces” de CMHW y gracias a nombre de todos esos pacientes que ustedes han tenido la posibilidad de salvar. Y gracias también a nombre de los familiares de los que no han podido salvar, pero sé que han hecho todo lo posible. ¡Gracias!