Toma fuerza el robo de remesas, condicionado por el recrudecimiento del bloqueo contra Cuba, el cierre de servicios como Western Union y vacíos en el marco regulatorio vigente. Esta práctica ilegal reporta daños extraordinarios para la economía nacional, pues grandes flujos monetarios que antes ingresaban al país quedan hoy retenidos en el exterior, en manos de una controvertida figura: el financista.
Su rol consiste en captar el dinero de las remesas enviadas desde el exterior -fundamentalmente desde Estados Unidos. Destina parte de los ingresos a la compra de importaciones que requieren formas de gestión no estatal para desarrollar sus operaciones comerciales en Cuba.
A su vez, los negocios privados compensan el servicio con la entrega en territorio nacional del monto equivalente, a partir del efectivo adquirido en sus recaudaciones. El financista cobra un por ciento de ganancia de las remesas y otro a los dueños de formas de gestión no estatal en Cuba.
Se trata de un negocio redondo, donde el que más pierde es el pueblo cubano.
Red delictiva desmontada: Un caso reciente
Ministerio del Interior (MININT) refuerza el enfrentamiento a estas formas criminales, reguladas en el Código Penal vigente. Como resultado de las acciones públicas de enfrentamiento, se identifica a Humberto Julio Mora Caballero, cubano residente en Miami que dirige un entramado delictivo de este tipo.
Sobre el caso en desarrollo nos amplió el Teniente Coronel Yisnel Rivero Crespo, jefe del Departamento de delitos económicos del órgano de instrucción del MININT:
“Humberto tiene estructurada una cadena delictiva que le ha permitido montar un sistema de acopio de las remesas que se envían por los familiares de cubanos que radican en Estados Unidos”, explica el especialista.
Una vez recibidos los montos correspondientes, Mora Caballero moviliza a sus asalariados en Cuba para que compilen, en diversas provincias del país, las recaudaciones de negocios privados. Los encuentros se efectuaban hasta dos veces por semana, en lugares apartados y horarios propicios para la clandestinidad.
Tras reunir el efectivo, los involucrados regresaban a Camagüey -centro de operaciones de la organización, provincia natal de Mora-, contaban nuevamente las recaudaciones y procedían a repartir los envíos en todo el país.
Estamos en presencia de una red “amplia, fuerte y diversa, con alto nivel de recursos materiales”, explica Rivero Crespo. Las autoridades cubanas estiman que, como parte esta operatoria delictiva, se han movido más de 1000 millones de pesos y un cuarto de millón de dólares, tan solo entre febrero y septiembre de 2025.
Hasta el momento se identifican cuatro titulares de forma de gestión no estatal involucrados con el entramado delictivo, para un total de 13 personas en Cuba sujetas a medidas cautelares. El avance del proceso investigativo “irá esclareciendo la participación de otros involucrados”, afirma el investigador.
Los resultados de la investigación ministerial permiten vislumbrar la punta del icerberg de una manifestación lesiva altamente perjudicial para la economía cubana. Como Mora Caballero, otros financistas operan desde Estados Unidos, ante la mirada permisiva de las autoridades locales.
El precio de la impunidad: Consecuencias negativas del fenómeno
No es la primera vez que el MININT acciona contra la estructura delictiva liderada por Humberto Mora, refiere el oficial a cargo del caso. En julio pasado se ocuparon bienes y efectivo asociados a la actividad criminal, pero la permanencia del cabecilla en Estados Unidos le permitió conformar “otro esquema, muy similar en su operatoria, contra el que se actuó ahora en octubre”. Las instituciones norteñas han sido notificadas en más de una ocasión por sus homólogos cubanos sobre la existencia de esta red, sin percibirse acciones en concreto para neutralizarla.
