Ese proceso en la Isla se había quedado a la saga de otros países de nuestra región que, desde luego, no tienen el tremendo obstáculo para el desarrollo que supone para Cuba el bloqueo de EE. UU.
La irrupción en nuestro quehacer cotidiano de una aguda escases de efectivo, hizo que las autoridades implementaran un programa para estimular la bancarización en el país, el cual se venía dando desde mucho antes, y con la irrupción de la pandemia tomó auge, dada la necesidad de realizar cualquier tipo de trámite bancario, desde plataformas electrónicas. Desde entonces, Transfermóvil y EnZona tuvieron una popular acogida.
En medio de una tensa situación socioeconómica, había que demostrar lo favorable de algo en un contexto desfavorable, y hacer ver las virtudes que tiene realizar o recibir pagos sin el empleo de efectivo, en muchos casos de forma remota, sin movernos de la casa, como dice el slogan.
Con el propósito de hacerse una idea de cuánto de esto se avanza en América Latina y el Caribe, se encuentran cifras sorprendentes, para bien, sobre cómo la bancarización tiene una amplia y creciente popularidad entre los latinoamericanos.
El Banco Mundial (BM), institución que nadie podría asociar al Gobierno cubano, así lo mostró en su The Global Findex Database 2021, que publica cada tres años, y en el cual afirma que, sobre todo tras la pandemia y el aislamiento asociado a esta, en América Latina la bancarización ya incluía, al cierre de ese año, a más del 80 % de las personas adultas en los tres países que encabezan el proceso: Chile, con 87 %, y Venezuela y Brasil, que comparten un extraordinario 84 % de la población adulta. Se destacan también países como Uruguay (74 %), Jamaica (73 %), Bolivia (69 %) y Paraguay con el 54 %.
El propio análisis del BM ofrece otra cifra promisoria, al reseñar que no menos del 40 % de las personas realizan algún tipo de pago en forma electrónica en el comercio minorista. Es lógico suponer que esta cifra debe haber aumentado desde 2021 hasta la fecha.
Otro estudio más reciente, presentado por la plataforma de tarjetas bancarias Mastercard y Americas Market Intelligence, titulado Estado de la inclusión financiera después de la COVID-19 en Latinoamérica y el Caribe: nuevas oportunidades para el ecosistema de pagos, expone otro dato muy al caso con nuestras necesidades coyunturales: el uso de efectivo disminuyó dramáticamente en la región, pasando del 45 % en 2020, a un 21 % en 2023, lo cual supone que unos 115 millones de latinoamericanos dejaron de emplearlo eventualmente.
Lo interesante es que estos análisis coinciden ampliamente en cuanto a las virtudes que tiene la bancarización, en términos parecidos a la manera en que las autoridades cubanas lo abordan, con la excepcionalidad del caso, toda vez que el carácter estatal y socialista de nuestro sistema bancario, sin duda alguna, tiene como público meta a todos los ciudadanos del país.
Un ejemplo de singularidad son las pasarelas de pago EnZona y Transfermóvil, que no distinguen clientes, a diferencia de parecidas plataformas de pago remoto, cuyos usuarios deben estar vinculados a un banco específico, mientras que en la Isla son abarcadoras y socialmente inclusivas.
El futuro se construye ahora, de ahí la pertinencia del proceso de bancarización, relanzado hace un semestre por el Banco Central de Cuba, el banco de todos los cubanos.