Desde poco después de la medianoche del martes, con el fentanilo como mero pretexto, Estados Unidos impuso aranceles del 25% a las importaciones de productos provenientes de esos países —aliados y amigos—, y algo menores, del 20%, a los productos de su gran rival geoestratégico: China.
Con ello, Trump levanta un muro arancelario a la integración económica de Norteamérica y abre una era de incertidumbre muy mal recibida por el mercado. Warren Buffett, el inversor más prestigioso de Estados Unidos, se refirió el lunes a los aranceles como “un acto de guerra”. Wall Street sufrió su peor sesión del año.
Las amenazas de Trump y su equipo habían sido tan inconsistentes y contradictorias que el mercado no esperaba que realmente este martes se empezasen a aplicar aranceles del 25%. Eso explica el terremoto vivido en los mercados con la simple confirmación de que se cumpliría lo anunciado. El Nasdaq sufrió un retroceso del 2,6%, mientras que el índice Standard & Poor’s 500 cayó un 1,8%. El dólar canadiense y el peso mexicano cotizaron a la baja. Las Bolsas asiáticas también abrieron con fuertes caídas.
Beijing respondió el martes con aranceles de hasta el 15% sobre una amplia variedad de exportaciones agrícolas estadounidenses. Además, amplió en unas dos docenas el número de empresas estadounidenses sujetas a controles de exportación y otras restricciones.
En respuesta, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, afirmó que su país impondrá aranceles a más de 100.000 millones de dólares en productos estadounidenses en el transcurso de 21 días.
Siguiendo a Canadá y China, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, dijo el martes que México responderá a los aranceles del 25% de Estados Unidos con sus propios impuestos sobre productos estadounidenses. La mandataria dijo que el domingo en un evento público anunciará los productos que se verán impactados.
Las medidas proteccionistas de la primera economía del mundo pueden provocar que México y Canadá entren en recesión. Al tiempo, la mala gestión de la política comercial por parte de Trump está provocando que la economía estadounidense también pierda.
Se han disparado las expectativas de inflación, ha caído la confianza de los consumidores, el déficit comercial se ha desbocado ante la aceleración de exportaciones y varios indicadores apuntan a un debilitamiento económico. El Banco de la Reserva Federal de Atlanta apunta incluso a una contracción del producto interior bruto (PIB) estadounidense en el primer trimestre del año.
La guerra comercial deteriora también las relaciones diplomáticas con México y Canadá, que se han esforzado hasta el último momento en intentar evitar que los aranceles entrasen en vigor. Lograron un aplazamiento de un mes en febrero tras asumir una serie de compromisos, pero promesas y esfuerzos de mayor calado no han servido esta vez para hacer cambiar de opinión a Trump, cuyas decisiones parecen regirse por el capricho y la arbitrariedad.
*Con información de El País y Associated Press