Una pelota de beisbol cayó en el medio de la plazoleta del parque como una bala de cañón. Los peñistas se removían desde sus asientos con el atronador impacto, pero Heriberto daba fe que esa asonada sólo podría ser obra del Señor Cañón Eddy Rojas Sotolongo. Llevado por la algarabía de los aficionados al pasatiempo nacional, no era casual que se deslizara en el home de la contaduría Pedro Javier, Papillo, el hermano del pelotero de Villa Clara.