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La última aventura de Ariel Pestano

Jesús Álvarez López

Sábado, 17 Febrero 2024 10:19

Ariel Pestano Valdés es el mejor receptor integralmente que ha tenido la pelota cubana. No lo expreso solamente por los números sino porque todo lo hacía bien, desde guiar el juego hasta “aconsejar” con su brazo a los más rápidos corredores que no cometieran el error de querer robarle bases. 

Si no fuera suficiente, lanzadores de éxito en Grandes Ligas han dicho que allí tampoco conocieron un cátcher como él, a quien le podías lanzar lo que fuera sin esperar señas, y hasta un boricua estrella de la receptoría a ese nivel sentenció al verlo jugar durante el Clásico Mundial del 2006: «Parece un torpedero detrás del home».

A los que gustan de las comparaciones les copio la opinión de Joel García, un respetado cronista del béisbol, «en su desempeño se resumía la elegancia de Juan Castro para mascotear, el coraje de Lázaro Pérez y Evelio Hernández en situaciones tensas, el virtuosismo de Alberto Martínez para guiar a los lanzadores, la potencia de tiro a las bases de Pedro Medina, la seguridad de Juan Manrique y la efectividad de Roger Machado ante estafadores de almohadillas».

Siempre sentí simpatía hacia él por su maestría en la posición, sus batazos oportunos y su valentía a toda prueba, y pude conocerlo personalmente cuando ambos integramos la quinta legislatura de la Asamblea Provincial del Poder Popular a finales de los años 90. La última vez que lo vi fue hace pocos días en la oficina del delegado provincial de la agricultura. 

Puede que alguien no lo aprecie, Pestano dice lo que siente con honestidad sin esperar la aprobación, que no a todos gusta pero para mí es otra razón más para admirarlo. Lo que si nadie debe discutir es que mientras tantos seres humanos podemos hacer sufrir a otros por lo que hacemos o decimos, el lleva el orgullo de poner a brincar de alegría a todo un pueblo con el inolvidable jonrón con bases llenas que podría decirse, dio el título añorado por tantos años a Villa Clara en la serie nacional 52, y lo digo porque a partir de ese momento ya nadie hubiera podido derrotar a su equipo. Los sicólogos saben explicarlo.     

A pesar del dolor por haber sido excluido injustamente del equipo al tercer clásico mundial en sus palabras en vivo a la televisión cubana aquella noche no había resentimiento ni espíritu de venganza. Emocionado como nunca antes tras el batazo histórico dijo: «son situaciones de juego que se te dan. Y no es la primera vez que lo hago, me he caracterizado no por ser ese gran bateador sino por batear a la hora cero en toda mi carrera deportiva. Y se me dio la posibilidad y me arrodillé y dije: es mi momento y salió, porque Dios es grande, es inmenso de grande, y todo ese pueblo que está aquí hoy apoyándonos sufrió conmigo todo lo que tenía que sufrir, mi familia sufrió el trago amargo, buches de sangre, lo sufrimos porque mi vida es el béisbol, y siempre ha sido el béisbol y lo he puesto por encima, hasta de mi familia, pero bueno esa es la vida...».

Foto del autor

Ahora lo veo en la Delegación de la Agricultura en Villa Clara, y tras el saludo enseguida se aclara allí mismo mi sospecha: Pestano quiere tierras. Ese hombre que rechazó ofertas millonarias y nadie duda que hubiera hecho fortuna en Grandes Ligas, está entusiasmado con la idea de, sin olvidarse jamás de la mascota, el casco, la gorra, ni del número 13 que lo encumbraron en la pelota, convertirse ahora en campesino y dedicarse a la agricultura, que Martí conceptuara como «la única fuente constante, cierta y enteramente pura de riqueza»

Ariel Pestano nació para ser el primero. Un receptor cubano de enormes cualidades sobre todo en el plano defensivo que es lo más importante en esa posición como Yulexis la Rosa, tuvo la “mala suerte” de ser su contemporáneo y no pudo jugar como regular por muchos años. Pudo serlo en cualquier otro equipo. Pero en la producción agrícola si es verdad que Yulexis se le fue delante. Y aunque no hay en él la menor intención de competir con su compañero de tantos años, no creo que Pestano tenga que esperar mucho tiempo para tener su tierra y ponerla a producir alimentos.

En mi opinión, a un cubano de su calibre, gloria del deporte, patriota a toda prueba, debieran ponerle delante el mapa con las tierras que hoy no producen y que el mismo escoja las que quiera.

Conozco que existe la voluntad de agilizar el proceso no solo en el delegado Ihosvani Martín Peña sino incluso en el ministro de la agricultura. 

Quizás yo esté más apurado porque espero antes de jubilarme poder entrevistar, y fotografiar con sombrero al receptor insignia de la pelota cubana Ariel Pestano, convertido en campesino. No le pregunté si lo había leído pero Martí dijo también que «el mejor ciudadano es el que cultiva una extensión mayor de tierra». 

Tenía mis dudas sobre el título de mi crónica, si le pondría, el último sueño o la última aventura, y el mismo me dijo por teléfono, «la última aventura me gusta más, y en la agricultura, si me ayudan con la tierra, también voy a triunfar».