Alayo, hijo de la camagüeyana Inés María Moliner, una de las Espectaculares Morenas del Caribe, campeona en la Copa del Mundo de 1989, es su fiel heredero. El líder anotador en los torneos de Recife y Saquarema, en Brasil, y ganador, junto a Díaz, de dos preseas plateadas en esas lides, conversó con Granma.

–¿Jugaste voleibol de sala?

–Sí, el cambio se lo debo a una de las personas más importante en mi vida, Clara Geydis Jiménez Moya, entrenadora en la base, quien vio potencial en mí. Hoy le agradezco mucho lo que soy.

–¿Cómo mantienes el poder de ataque en todo el partido?

–Me encanta el juego ofensivo, tanto en el bloqueo como en el ataque. Para mi posición de bloqueador soy un deportista de estatura media (1,98 metros), pero lo compenso insistiendo en la fuerza, la resistencia y la saltabilidad. La clave está en confiar en tu pasador, Noslen Díaz, a lo que ayuda mi personalidad agresiva en la cancha.

–¿En qué estado llegan al Challenge de Guadalajara, desde mañana hasta el día 14?

–Entrenamos una semana en Brasil, sobre algunas deficiencias. Fue muy provechoso, porque a la guía de nuestro preparador, Francisco Álvarez Cutiño, se unió la de Jackie Silva, campeona olímpica brasileña en Atlanta-1996. Estamos listos para esta lid, en la que abriremos en el cuadro principal, en el cual aparecen tres de los mejores duetos auriverdes: Pedro Solberg-Gustavo Carvalhaes, Evandro Oliveira-Arthur Lanci y George Wanderley-André Loyola.

–Están en el lugar 21 del ranking olímpico. ¿Podrán continuar con su alto rendimiento y clasificar a París?

–En este nivel, la mayoría de los rivales califican entre las 40 parejas de más calidad en el mundo, hay que salir a dar el máximo. Para disminuir la presión, buscamos el boleto por el ranking; si no es así, lo lucharíamos por la vía del torneo Norceca, que otorga una plaza.