La única carrera llegó en la quinta entrada, gracias a un doble remolcador del noveno en la tanda, Damián Díaz, que impulsó a Marcos del Toro, autor de otro de los tres indiscutibles que consiguió la ofensiva cubana. Este doblete resultó ser suficiente para decidir el evento, gracias a una actuación de lujo por parte de la rotación de lanzadores que presentó la Mayor de las Antillas.

El matancero Carlos Sarduy, ganador del encuentro, se lució en la lomita, permitiendo solo un indiscutible y ponchando a 12 bateadores de Bahamas en los seis capítulos que se mantuvo en el montículo. Su control y precisión fueron determinantes para mantener a raya a la alineación del conjunto local, que en la fase eliminatoria había vencido a los cubanos con pizarra de 11-8.

El relevista Cristian Aguilera no pudo cumplir su función de cerrador. Abriendo la séptima entrada, regaló un boleto y permitió un indiscutible. Javier Roque vino con la misión de apagar el fuego y retiró la entrada sin permitir libertades, con dos ponches recetados; uno de ellos para cerrar el partido cuando Bahamas tenía la carrera del empate en tercera.

En la trinchera opuesta, Colton Cubbage fue un digno rival, al caminar seis episodios con solo tres jits permitidos y siete ponches propinados, aunque permitió la carrera que acreditó la derrota.

Horas antes, en el mismo escenario, Islas Vírgenes ganó la medalla de bronce, al noquear 12-2 en seis entradas al débil equipo de San Martín.   

De esta manera, el equipo dirigido por el holguinero Walter Urrutia cierra el calendario competitivo del béisbol cubano en la arena internacional en 2024, un título que no alcanza para borrar los endebles desempeños de las selecciones nacionales en la temporada que termina.