Este martes, en el Foro Agesta, de la Uneac, ofreció una argumentada charla acerca de los hitos en la narrativa cubana, y comenzó por 1883 y 1883, con la publicación en New York de la primera edición de la novela "Celicia Valdés", de Cirilo Villaverde, y también la primera edición de las revistas "La edad de oro", de José Martí.
En sus aproximaciones, desde 1945 hasta inicios de los 60, se refirió a las transformaciones esenciales «que gobernaron la novela latinoamericana, el nacimiento de la fantasía poética en Eliseo Diego y Lezama Lima, de la literatura del absurdo con Virgilio Piñera, de lo real maravilloso y el realismo mágico con Alejo Carpentier y Lino Novás, la transformación de lo vernáculo rural con el vernáculo moderno, de Onelio Jorge Cardoso».
Matizada por anécdotas y fundamentaciones llegó hasta una perspectiva más urbana y humana, al mundo cotidiano, y realzó "La novela de mi vida", de Padura. Una década del 80 floreciente, con un parteaguas en los 90 con Senel Paz y "El lobo, el bosque y el hombre nuevo".
«La literatura no se hace como homenaje; puede vincularse con lo que quiera, siempre y cuando el resultado sea artístico. Estamos en un buen momento; hay que seguir trabajando por la vía real o virtual. El camino sigue siendo largo, sobre todo ahora que no hay normativas ni cortapisas. El arte está al servicio de la naturaleza humana; esa puerta hay que defenderla», dijo.
Este miércoles, en la Casa de la Ciudad, abordan el tema "Literatura y rock and roll: tráfico de influencias", en el panel integrado por Alain Garrido, Ian Rodríguez y Francisco López Sacha; moderado por Edelmis Anoceto, y con melodías de la Banda Blue Spirit.