Cualquiera de las dos vías es más que factible para encontrar a Yamil Díaz Gómez (Santa Clara, 1971): su trabajo no solo es muy avalado por la crítica, los premios y la opinión de escritores y escritoras de varias generaciones, sino que sus poemas se abren camino solos, impulsados por la belleza:
Hondos ojos. / Entro en tus ojos y hablo con los héroes. / Como mármol que vibra frente a un beso, / hablo en tus ojos con el mar (…) Soy un trozo de ti cuando amanece (…) Yo te hablo en cada gota: / he confiado a la lluvia torpes versos / que debieron ser dichos para ti (Solo de lluvia).
Justamente, para homenajear la labor de toda una vida dedicada a pensar la existencia desde las letras, le fue dedicada la más reciente edición del espacio El autor y su obra, que promueve el Instituto Cubano del Libro.
En la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí se reflexionó sobre la creación del periodista, por formación y ejercicio; poeta, editor, ensayista, investigador y profesor, que ha publicado una veintena de libros, entre ellos Apuntes de mambrú, Crónicas martianas y Decimerón.
La escritora Laidi Fernández de Juan, una de las invitadas al encuentro que conduce Fernando Rodríguez Sosa, repasó, en un texto cargado de humor, los orígenes de su amistad con Yamil; cuyo nombre escuchó por primera vez en las conversaciones hogareñas entre Roberto Fernández Retamar (de quien ha sido acucioso editor) y Adelaida de Juan. «Devoré sus libros», confesó, lo calificó como hijo también de sus padres y destacó su rigor profesional.
Juan Nicolás Padrón, poeta e investigador, recorrió la obra poética de Díaz, desde los versos autobiográficos y confesionales de los años 90, hasta la actualidad; y destacó su intuición, la melancolía que intenta entender cómo funciona el mundo, la dramaturgia de gran eficiencia comunicativa, el complejo desdoblamiento del sujeto lírico, y cómo convierte en arte literario un cuerpo crítico y viceversa.
«Su verso brota como manantial sereno», dijo, y subrayó los valores martianos sobre los que se afincan sus poemas. Sobre la influencia de José Martí en la obra del homenajeado habló, además, el historiador Félix Julio Alfonso, y lo denominó cabal escritor de una prosa caleidoscópica y profundamente humana, cálida y sensible.
Pocos ensayistas logran como él, explicó, fundir con naturalidad los saberes de la cultura popular y de la llamada alta cultura. Al comentar el libro Los dioses verdaderos, mencionó –entre otros tópicos– el interés del autor por Samuel Feijóo y su gran pasión por el beisbol. Concluyó afirmando que de Yamil se dirá: «Lo de él era la vida».
Un enunciado cuya veracidad puede escrutarse en la totalidad de su creación, así como en versos puntuales, como los de Temba feroz: Cuando tú pasas todo se confunde / Eres la mitad dulce de la sombra (…) Me tuerces la palabra, me desbordas. O en los de Amor de ciudad pequeña: Cuídate de su boca y de sus ojos. / (Ese rostro está lleno de pupilas, / y hay en cada pupila una barranca).