«El título dice todo lo que siento profundamente a todos los niveles de la existencia. Quien no tiene fe es un desalmado; así lo expresó nuestro José Martí y de ahí el título entrañable, grande y a la vez humilde . A pesar de todo, la fe nos mueve», añadió.
Entre textos poéticos y canciones interpretadas por ella, acompañada por la maestra de la guitarra Esther Martínez, transcurrió una hora de histrionismo y armonía argumental, pues también se les unieron los escritores Lidia Meriño y Arístides Vega para leer sus versos sobre el desgarramiento por la distancia, la vida; y entre melodías rindió homenaje a dos grandes mujeres: a la colombiana Patricia Ariza, y la cubana Martha Valdés.
Habitualmente Roxana Pineda invita a que la acompañen a una hora fugaz en la noche. Y esta fue la primera vez que se hizo cayendo la tarde: realmente el público lo agradeció: no hicieron falta las luces de un escenario para sobrecogernos con las palabras, los gestos, las melodías.