Resulta tremendamente reconfortante escuchar a la Doctora en Ciencias Hilda Saladrigas Medina. Era el día en que se le haría entrega de un importante reconocimiento, el del Premio Nacional de Comunicación Social, que otorga el Instituto de Información y Comunicación social –que por primera vez se concede– y recayó hace apenas un mes sobre ella, dueña de una sólida obra, comprendida fundamentalmente en la docencia y la investigación.
El Aula Magna de la Universidad de La Habana se llenó para el acto de premiación, en el que se encontraban Marydé Fernández López, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y vicejefa de su departamento ideológico; Marta Moreno, vicerrectora de la Universidad de La Habana; Martha Mesa Valenciano, presidenta de la Comisión de Educación, Cultura, Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de la Asamblea Nacional, Alfonso Noya Martínez, presidente del Instituto de Información y Comunicación Social, y Humberto Juan Fabián Suárez, presidente del Consejo de la Marca País, quien condujo la Comisión Nacional Evaluadora del premio, y profirió las palabras de elogio. La acompañaban también familiares, estudiantes, colegas y periodistas.
Podría ser un día feliz, y acaso lo fue por la entrega del Premio, pero para la agasajada, los nefastos sucesos internaciones, que «no se pueden silenciar» fueron suficientes para la preocupación y el desasosiego. Su primer pensamiento –con el que introdujo sus palabras de agradecimiento por el premio– fue para el dolor que sufre el pueblo de Palestina, que nadie que se considere humano podría aceptar; y el segundo para su solidaridad –«porque tengo un compromiso político que nunca voy a negar»–, con las marchas que están teniendo lugar en Estados Unidos, en favor de los inmigrantes. «No estoy haciendo política –dijo– pero la comunicación es también hacer política. Y me solidarizo con ellos y con esa lucha en un país que además se está descomponiendo, y cuyos estertores lo vamos a sentir todos y lo vamos a seguir sintiendo».
En los razonamientos de Hilda Saladrigas, hubo, como suele suceder en estos casos, agradecimientos y guiños a su historia personal, pero sobre todo estuvieron vertebrados por la responsabilidad y la alerta desde un desempeño profesional que conoce muy bien el escenario actual y sobre el cual debe y tiene que enfocarse la comunicación social.
Se refirió al rostro feo, a la más fea cara que la comunicación está mostrando hace rato, un rostro que ofrece una comunicación manipuladora, lo cual ejemplificó con el conflicto ucraniano – ruso, cuya «manipulación ha sido brutal» y el peligro que entraña ha sido funesto. «Ahí se han perpetrado acciones manipuladoras de todo tipo para desmontar y montar artilugios y engañar a la humanidad», aseguró.
Señaló que ayer, con el ataque de Israel a Irán, «estamos al borde de una guerra nuclear, ante un enemigo que no tiene fin, y ante sutilezas que hay que saber comunicar», y advirtió que «cualquier cosa que pase en ese conflicto internacional no va a tocar a nosotros, de una manera u otra».
Saladrigas insistió en que no le ha sido posible separar lo que debe ser una alegría, con el contexto en que recibe el lauro. Y ante esa guerra, completamente diferente, que además está muy superada en los procesos comunicacionales, nosotros tenemos que ser cada vez más fuertes.
Con respecto a la comunicación desarrollada en nuestro país, consideró que hemos defendido una concepción de la comunicación social desde la academia, y celebró que se le haya hecho un reconocimiento, y aún más, a la práctica de hacer comunicación. «Porque hoy por hoy no hay comunicación de ningún tipo, que no tenga detrás una fuerte academia investigando, estudiando y formando profesionales».
La homenajeada recordó a varias personalidades políticas cubanas como el doctor Armando Hart, de cuyo nacimiento se cumplen 95 años, y del que destacó su condición de martiano y su modo de actuar, también comunicacionalmente, desde las enseñanzas de Martí. «Yo creo que a Hart lo tenemos que rescatar para la literatura de la carrera», avaló.
Se refirió a Antonio Maceo y a Che Guevara, que cumplen este 14 de junio 180 y 97 años, respectivamente, y fueron grandes comunicadores
«Dos hombres grandes, recios, dos revolucionarios que fueron ejemplo de comunicación. «No escribieron sobre comunicación un concepto, pero sí la hicieron, porque no se podía dirigir un ejército de hombres valerosos, como el que dirigió Maceo, solamente con coraje, sino que se necesitaba capacidad de comunicación».
Del Che destacó sus habilidades como dirigente, un hombre importante que no solamente pensó, sino que hizo comunicación. Porque la comunicación es un proceso llevado de la mano de las acciones que vamos a hacer, explicó.
Del entorno actual que cuenta con una Ley de comunicación, refirió que es un momento importante de institucionalización.