Como un canto a la vida y a la esperanza, la humanidad celebra este 5 de junio el Día Mundial del Medio Ambiente.
La fecha fue instaurada por la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU) en el año 1975 y desde entonces es una convocatoria permanente por las causas ambientales a pensar y repensar en la salvaguarda de nuestra casa común, en la sobrevivencia de las especies, de nuestros recursos naturales y en la propia existencia del ser humano, tal y como advirtió Fidel en la conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo el 12 de junio de 1992 en Río de Janeiro cuando dijo: «Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de Vida; El hombre»
Este año, bajo el precepto “Poner fin a la contaminación plástica”, es un reclamo para frenar la contaminación y preservar los ecosistemas para la sostenibilidad del planeta y sus habitantes.
Según estadísticas internacionales, cada año se producen en el mundo más de 400 millones de toneladas de plásticos, y se cree que la mitad de ese material se concibe para una vida útil de un solo uso. Menos del 10 % se recicla.
Es un asunto no solo de presente, sino de futuro.
Las graves consecuencias del cambio climático, los efectos del calentamiento global, las emisiones de gases de efecto invernadero, el crecimiento del nivel del mar son impactos concretos.
La necesidad de reforestar, restaurar áreas degradadas, de utilizar responsablemente la economía circular para hacer un uso eficiente de cada recurso y no derramar desechos de los producciones, hacer proyectos donde todos los actores económicos, los gobiernos, los decisores políticos y administrativos, y que cada barrio, cada ciudadano, asuma este empeño como algo que le corra por las venas, serán las claves para seguir soñando con ese mañana que no sólo merecemos nosotros, sino nuestros hijos, nietos y los descendientes que después de milenios agradecerán cada acción que hicimos, aun cuando no estemos físicamente, para salvar lo que la naturaleza ha puesto en nuestras manos.
Es una obra de amor, de esperanza, que requiere unidad, comprensión, educación y conciencia donde cada uno de nosotros, de nosotras deberá aportar su granito de arena por el bienestar de quienes poblamos este planeta azul, ya herido por las guerras y por los daños que le hacemos a diario.
Regreso a las palabras de Fidel, cuando el siglo pasado, ya nos advertía de una verdad más grande que el Sol que nos ilumina. «Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo».







